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La Iglesia de Facebook de los Últimos Días

César Ibarra
Lunes 13 de Febrero de 2012
 

TUCSON, ARIZONA.- Recuerdo en mi niñez, las señoras del barrio en mi pueblo mágico Empalme, vestidas de negro, plomo, blanco y rebozos oscuros con un lado al frente  y el otro, envolviendo sus caras, colgando hacia la espalda, caminaban con pasos cortos por las calles sin pavimentar, hacia la Iglesia de Cristo Rey con sus cabezas agachadas, -como procesión de almas sin pena-, a la misa de las 7 de la mañana. O por las tardes, al Rosario, y luego a  “misa de 5”.

Era una costumbre buscar el aliento divino y los mensajes positivos, a través de las ceremonias religiosas, -en este caso católicas-, y en muchas ocasiones, les seguí, incluyendo a la Dama de la Cara Iluminada.

Una media cuadra antes del templo, empezaban a sacar el rosario de sus propias manos ocultas entre el rebozo, como en un acto de magia, y lo alineaban alistándolo para la acción en el templo, del que me pregunté desde niño, porqué fue construido en forma de tumba, visto de Oeste a Este.

Pasaron los años y desde hace relativamente poco tiempo, me doy cuenta, que la acción matutina, vespertina, nocturna, en fin, a toda hora, se busca en La Iglesia de Facebook de los Últimos Días, incluyendo a este aprendiz de reportero, aunque prefiero hacerlo por las noches.

Y es tan fácil su manejo y uso, que hasta Peña Nieto tiene su paginita que con el efecto digital, se le nota mejor la brillantina, crema para el cabello, o “moose”,  y parece que  se la lleva en esta iglesia pues sabemos que no tiene tiempo para la lectura.

En muchos casos, -según veo en muchos de  los mensajes recibidos- es en busca de consuelo divino y solidaridad con “el círculo de amigos”, con bellas gráficas, mensajes bíblicos, figuras de El Cristo y ángeles, oraciones, buenos deseos, en fin, casi todo lo que nuestras abuelitas y madres, salían bien arropadas a escuchar de los labios del Cura.

Ahora, se me figura que desde el sitio donde estaba la estufa de leña o petróleo, se puede mirar al cruzar la estancia una computadora, conectada al o la internet, que a la vez comunica a la “Iglesia” mencionada.

Facebook, como todos sabemos se inició hace menos de una década, como experimento de comunicación entre estudiantes en la Universidad de Harvard, y no era algo nuevo. El primer intento en ese sentido, fue el sitio Geocities.

Y los jóvenes fundadores de Facebook, Eduardo Saverin, Chris Hughes, Dustin Moskovitz y quien se quedó con el proyecto y lo expandió, Mark Zuckenberg, siguieron ese ejemplo.

La analogía que utilizo de Facebook con una Iglesia, es debido a que cuando uno acepta “el contrato de términos”, uno cede, endosa y transfiere la propiedad exclusiva y perpetua, de toda la información e imágenes que uno agregue. O sea, igual que en muchas Iglesias, la entrega de la fe, es por siempre, a no ser por alguna u otra decepción. Y en Facebook, aun cuando el usuario fallezca, la cuenta se mantiene activa bajo un código de “en memoria”. Así, después de fallecido, uno de mis amigos, han “recibido”  mis mensajes. En otras palabras, en ese sentido, no hay “tiempo ni límite”.

Y ese es uno de los cambios que pronto veremos o seremos forzados a aceptar, el llamado “timeline”, que consistirá en mostrar retroactivamente la historia de todos los usuarios, y que combinará en un solo sitio, todo lo que tenemos ahora, en “el muro” o “wall” y el  “perfil” o “profile”.

 Este cambio, es hecho por Facebook, para controlar la privacidad. Pero también, le significará algunos miles de millones de dólares en publicidad y el alcance de las tendencias y gustos de los usuarios, vendiendo información nuestra.

Y en noches solitarias, tristes, nostálgicas, el leer y re-leer “cosas” en esta “iglesia” electrónica, se cumple el mensaje del poema de Manuel María Flores, erróneamente adjudicado por algunos a José Alfredo: “Como en la Sacra soledad del templo, sin ver a Dios, se siente su presencia.....”

Y sí, en efecto, se siente su presencia a través principalmente de los mensajes de amigos y familiares, que claman desde sus almas, el título del poema hecho canción: “Amémonos”.

Y los dejo. Tengo que abrir la puerta y entrar en unos minutos... a La Iglesia de Facebook de los Últimos Días, a ver que hay de nuevo en mi “muro” o “wall”, confiando leer un bello pensamiento, buena noticias, gráficas bellas, o saber qué va a cenar alguno de mis amigos… mientras imagino escuchar a lo lejos, con nostalgia, el sonar de las campanas de la iglesia de mi pueblo...

 

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