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Redacción
Lunes 15 de Agosto de 2011
 

En plena Navidad de 2010, Lupita invitó a una amiga para visitar el área de Oncología Pediátrica del Hospital General Regional No. 1 del IMSS. Se vistieron de payasitas y fue así que Lupita regresó al lugar donde recibió atención cuando estaba pequeña y que le salvó de morir de cáncer.

Esa Navidad, Guadalupe López Duarte, quien ahora tiene 18 años, recorrió casa por casa en su colonia para pedir a sus vecinos la donación de un juguete que luego regaló en el área de oncología del Seguro Social, en donde cada año se atienden a más de 400 pacientes pediátricos.

La mamá de Lupita, Rosario Adelina Duarte Rojas, recuerda que hace 17 años, cuando su hija tenía apenas un año y medio de vida, comenzó a tocarle el estómago y encontró una pequeña bolita que la alertó. Pensó que se iba a quitar, pero al ver que no, acudió con el médico y luego de estudios, encontraron que la bolita de la niña tenía ya el tamaño de una naranja.

“El médico fue por más doctores, como cuatro cinco, y me dijo, su hija tiene un tumor y debe ser operada urgentemente, porque esto creció en cinco días y le arropó un riñón, y si esperamos más  le va a brincar al otro riñón. Me dijo el médico: se trata de una operación grande, la niña está muy chiquita, y tenemos que esperar a que todo salga bien”, recordó Rosario Adelina.

La cirugía duró alrededor de cuatro horas, y cuando el médico salió, dijo que todo salió en orden, pero que encontraron que el tumor era maligno, por lo que tuvieron que retirarle uno de los riñones a la niña, y para evitar que la enfermedad invadiera el que le quedaba.

A partir de ahí, la vida se le complicó a Rosario Adelina y su esposo Juan de Dios López Cázares, porque la necesidad de llevar a Lupita a las sesiones de quimioterapia que requería, y tener a otra niña que le llevaba sólo 11 meses de diferencia, les cambió la rutina que ya tenían.

“Fue difícil porque tengo otra hija, las dos se llevan 11 meses y en aquel entonces que dejar a la otra niña con mi mamá, tomar varios camiones, mi esposo se debía ir a trabajar, fue algo muy pesado y triste porque además había ocasiones en que Lupita no quería acudir a las sesiones”, recordó Rosario.

Pero la paciencia de los padres de Lupita, la confianza que depositaron en los médicos y la insistencia en las sesiones, permitieron que salvara su vida y pudiera sobrevivir con un solo riñón.

“Todo lo he podido hacer de manera normal, ir a la escuela, mis amigos, todo… sólo que hay algunas cosas que no las puedo comer mucho”, explicó Lupita. “Me dicen los médicos que sigo bien, mi mamá se preocupa porque me ve muy delgada, pero los doctores me dicen que estoy muy bien”.

En la actualidad, cada vez que Lupita acude a sus revisiones médicas al Seguro Social, visita a los pacientes oncológicos pediátricos. Al verla, los familiares de los niños se sorprenden, y más cuando Rosario les cuenta que su hija también pasó por ese hospital, y que sobrevivió por la atención que recibió.

Ahora, Lupita -como lo hizo en la Navidad pasada- quiere seguir cumpliendo su sueño de ayudar a los niños que pasan por una situación similar a la de ella.

 

 

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