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"¿Por qué yo, mamá?", le dijo Sergio N. a Inés, su madre, cuando se vieron por primera vez después de la detención del joven acusado como presunto asesino de Abel Murrieta.
Pasaron varios días desde la detención ejecutada el viernes por la tarde sin que Inés lo viera. Ella estaba en Hermosillo hasta donde se trasladó después de recibir la primera llamada que le permitieron hacer a su hijo.
"Me contó que lo detuvieron con el pretexto de una bicicleta que se había robado", y ella señala la bicicleta arrumbada en el patio de su casa.
"Me dijo que sólo le dijeron eso al principio pero que empezó a tener miedo cuando se dio cuenta que lo llevaban fuera de la ciudad y ya en Hermosillo le informaron que estaba detenido por el asesinato de Abel Murrieta".
"Lo encontré muy desmejorado, triste, él nunca había estado detenido en una cárcel", añade Inés y asegura que la información divulgada sobre arrestos policiacos que tuvo antes por consumo de drogas y escandalizar en la vía pública son falsas, inventadas.
Inés llora, se estremece, es madre y está totalmente convencida que su hijo es inocente.
Repite varias veces el argumento con el que ella, la familia y los amigos de Sergio N. esperan demostrar su inocencia: Tenía la rodilla dañada, no podía caminar bien, menos correr, el día que fue asesinado Abel Murrieta.
