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Entre los aspirantes a la candidatura presidencial de Morena cada uno trae su juego y el de Adán Augusto López es muy claro: Parecerse lo más cercano posible a AMLO.
No es por lo paisano sino por la intención evidente de imitar el tono de voz, las pausas y énfasis de la oratoria que caracterizan al Presidente.
El apellido por supuesto no sobra, es el mismo y lo ha aprovechado desde que se abrió como aspirante: Que siga López.
En el atril donde habla para los asistentes al Centro Magno, Adán Augusto intenta dejar el sello de su estrategia: Yo soy AMLO bis.
Es el branding, dirían los que se creen gurúes del marketing polítco.
Llama “a defender con todo” al movimiento que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador “porque si no estamos unidos y somos leales al proyecto, los dueños del dinero van a querer regresar por sus fueros y no podemos permitirlo”.
Dice que en días pasados se presentó un enviado de Televisa para ofrecer una mediación entre el tabasqueño y la televisora, a la que ha denunciado públicamente por tenerlo literalmente vetado en sus espacios noticiosos.
No está mal y se lo aplauden sus anfitriones entre los que destacan las figuras familiares del ganadero Julio Aldama, el diputado Raúl "Pollo" Castelo, Guillermo Patiño que funge como presentador inicial, algunos regidores, una diputada desconocida por la gran mayoría y el respetable público que nos acompaña.
En su discurso, siempre en el papel de AMLO bis, Adán Augusto exhibe carisma de sencillez y humildad, convicción por los ideales del movimiento político donde está desde el principio a un lado del "peje paisano".
No está mal, menos acartonado de lo que hasta ahora han exhibido Sheinbaum y Ebrard. Pero esto apenas empieza.
