|
Más de 30 mil personas que viven en las colonias del poniente de la ciudad han sufrido en hora recientes los problemas que ocasiona la falta de agua potable.
En estos días que aún son de 40 grados centígrados a la sombra, no tener el agua necesaria para darse un baño, limpiar los platos de uso diario que se acumulan grasosos sobre la mesa, ver y oler cómo se acumulan las heces en los sanitarios, provocan reacciones de ira entre la población aunque las autoridades trabajen al límite para restaurar los despefectos mecánicos que ocasionaron la suspensión del suministro.
Cientos de llamadas y mensajes llegan a medios de comunicación y redes sociales, todos con la desesperación de los vecinos afectados. Oportunidad para sacar a flote las críticas y resentimientos de quienes pertenecen a un partido que no ganó las elecciones.
Por suerte a nadie le falta agua para beber, ya sea porque han comprado garrafones de agua potable; algunos se las averiguan con lo que logran obtener de las pipas del Oomapasc.
Y mientras las autoridades siguen pidiendo pacienia, asegurando que ya se va a resolver el problema, los reclamos aumentan.
El Oomapasc emite un comunicado donde atribuye el problema a la falta de mantenimiento durante diez años del pozo que suministra el agua al poniente de la ciudad. El mensaje echa de cabeza a los funcionarios actuales que ya estaban allí desde hace tres años.
El Director Técnico del Oomapas, Jesús Antonio Ponce, dio a conocer que se ha estado trabajando durante más de 24 horas continuas para restablecer el suministro a la brevedad.
La brevedad es relativa, no es lo mismo unas cuantas horas para el que no tiene agua en su casa comparado con el que sí tiene.
“Durante la tarde del día de ayer iniciaron los trabajos en el equipo eléctrico y de bombeo del pozo de Casa Blanca, donde se colocaron tuberías y piezas nuevas, esta mañana iniciaron las pruebas que tuvieron detalles mecánicos, mismos que al momento se encuentran solucionando", nos dice Ponce.
Hacen lo que deben hacer, no se puede negar que están trabajando al límite de sus posibilidades. Pero la gente afectada no piensa en eso, sólo quiere agua en su casa.
Y los que pueden van, toalla en mano, a visitar a un afortunado pariente que vive al oriente de la calle Kino.
