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La mayor parte de las autoridades lo niegan casi siempre, en algunos casos lo pueden quitar el casi, es decir lo niegan siempre, pero en realidad es un caso muy recurrente en todos las administraciones gubernamentales.
Se trata de los llamados aviadores que se dan en diferentes dependencias de gobierno.
En Cajeme también se niega y se ha negado esta práctica. En torno a esto, un caso muy peculiar se dio hace alrededor de 30 años, es decir entre 9 y 10 administraciones anteriores.
Por esos años vivía en nuestro municipio un personaje muy singular, que se hacía presente en la mayoría de los actos sociales, políticos deportivos, eclesiásticos, culturales, es decir donde se concentrarán multitud de personas. Pese a su condición de especial, parecía tener un alto grado de influyentísimo, pues tenía acceso de cualquier manera a toda clase eventos, cuando muchos personajes intentaban hacerlo y no podían.
Dentro de sus peculiaridades también se ostentaba como deportista, para lo cual en muchas ocasiones se presentó en el gimnasio municipal y la antigua arena coliseo, en ocasiones lo hacía enmascarado aunque no era nada difícil descubrir su identidad.
En cierta ocasión se presentó en el gimnasio municipal peleando con otro personaje de antaño, llamado “el Perro” Beltrán. No era difícil adivinar que ninguno de los dos estaba en sus completos cabales de la razón.
El presentador en turno al hacer la presentación de los dos antagonistas, muy solemne gritó: estimable público, su atención por favor, para la siguiente pelea tenemos al peleador local Perro Beltrán y luego al hacer la presentación del otro pelador, se colocó el dedo índice de su mano derecha y haciendo un circulo en su oreja derecha, dijo: y en esta esquina otro local: Jaiba Manjarrez. Tuvieron varios encuentros, nadie resultó ganador.
El Jaiba estuvo en la nómina de varias administraciones municipales, lo que le permitía andar de aquí para allá y de allá para acá sin ninguna o poca preocupación por el aspecto económico.
Pero los privilegios y la suerte buena el día menos pensado se termina. Y la buena suerte del jaiba un día le dio la espalda. Esto ocurrió uno de los días del primer año de la administración municipal 1997- 2000.
Ese día el jaiba permaneció sentado durante un largo rato en uno de los escalones que conducen a la segunda planta del palacio municipal, lloraba como si fuera un niño desamparado y la verdad si estaba desamparado, eran otros tiempos, otros momentos, que también abarcaba otros tiempos de la política local.
Un funcionario de esa misma administración se acercó compasivo y le preguntó porque lloraba y este, secándose las lágrimas junto con los mocos con la manga izquierda de su camisa le contesto. Ya no tendré cheque, me han corrido del ayuntamiento , y sacando fuerzas de su flaqueza, el jaiba salió por la puerta grande del edificio del ayuntamiento, luego desparramó su mirada por todos los puntos cardinales, agarró con rumbo al sur, por el rumbo del mercado municipal, donde en ese tiempo solían juntarse un gran número de mentecatos y fue a sentarse a la mesa de un café conocido como el negrito, a donde se le acercó “El Perro”, su acérrimo enemigo en el box, para darle consuelo.
Cuentan, que dos administraciones municipales después, le dieron cabida nuevamente en la nómina del ayuntamiento. Pueda ser que haya algo de cierto.
También dicen que la práctica del aviadorismo, hace mucho que desaprecio en estas tierras de Dios.
Puede que también en esto haya algo de cierto.
También es cierto que existe el don del mimetismo
