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Una balacera mantuvo despiertos a los habitantes de Loma de Guamúchil durante la madrugada de este miércoles. En la mañana fue encontraba una granada de fragmentación que por fortuna no explotó.
Así fue una jornada más de violencia en esta pequeña comunidad de la tribu yaqui perteneciente a Cócorit.
Con poco más de 1 mil habitantes, la Loma de Guamúchil vive uno más de los cruentos episodios de la guerra entre grupos criminales que buscan controlar a los pueblos de la etnia y en particular a éste y a Vícam, ambos con ubicación estratégica en la carretera Internacional.
El narcotráfco, el huachicoleo y las jugosas ganancias que deja el cobro de cuota en los bloqueos carreteros son el objetivo de quienes buscan a sangre y fuego el control del territorio.
En poco tiempo han ocurrido actos de violencia criminal que van desde las amenazas a desaparición de personas y asesinatos.
El 9 de noviembre del 2020 un ataque armado en la Loma dejó una persona sin vida y una más lesionada.
En febrero 4 estudiantes de la Loma desaparecieron durante varios días hasta que regresaron a sus casas pero sin una explicación oficial de los hechos.
El 2 de mayo fue asesinado en su casa Agustín Valdez "El Roque", quien era jefe de la guardia tradicional de la Loma. Dos días después apareció en la comunidad una cartulina con un narcomensaje que aludía a ese asesinato.
Hace unos días, el 27 de junio, fue incendiada de manera intencional por desconocidos la casa del gobernador tradicional de la Loma, Isabel Valdez, además padre de El Roque.
Son sólo los hechos más conocidos en los meses recientes pero agregados a los ocurridos en el pueblo tradicional de Cócorit o en las brechas que comunican a ambos, como el asesinato de un funcionario de Conavi en el camino a Tajimaroa, evidencian la guerra cruenta que golpea a la etnia yaqui en este pequeño núcleo poblacional que va de la Loma de Guamúchil a Cócorit.
El reto para las autoridades es enorme pues se dejó crecer a los grupos que participan en una guerra donde la mayoría de las víctimas tal vez no son tan conocidas como Tomás Rojo pero igual representan la crisis humanitaria cada vez más profunda que sufre el pueblo yaqui.
