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Ayer martes 27 de julio se cumplió un año de la desaparición de Judith (19) y Claudia (24).
Sus familiares en coordinación con las Buscadoras Guerreras convocaron a una marcha que se dirigió al edificio de la Fiscalía General de Justicia del Estado (calles Jalisco y Yaqui).
Aunque las autoridades de la Fiscalía estaban avisadas del evento que inició a las 5:00 de la tarde, mantuvieron cerradas las puertas del edificio y no se presentó nadie para atender a los familiares de Judith y Claudia.
Un episodio más del infierno que viven los familiares de personas desaparecidas, además de la ausencia de sus seres queridos está la frialdad y en la mayoría de los casos la inexistencia de investigaciones confiables que permitan mantener la esperanza ya no de encontrar vivos a los desaparecidos sino al menos sus restos mortales para darles cristiana sepultura. Un descanso al dolor infinito.
"Esto que estamos viviendo es un infierno", dice la madre y nadie pone en duda sus palabras. Pero su clamor choca contra las puertas cerradas de la Fiscalía.
Protocolo Alba, un fracaso
Para calmar la desesperación y las protestas de familiares de desaparecidas, las instancias de gobierno crearon el Protocolo Alba, un mecanismo de búsqueda de desaparecidas que en la práctica se ha convertido en una herramienta burocrática sin resultados.
Así lo denunció la Red Feminista Sonorense:
"Los familiares de las mujeres desaparecidas encuentran cerradas las puertas de la Justicia".
El Protocolo Alba fue emitido por el Gobierno del Estado el pasado 5 de noviembre y se nombró un comisionado estatal para la búsqueda de personas desaparecidas, pero no ha habido resultados favorables, acusan integrantes de la Red.
En cambio, agregan, se tiene un grave aumento de adolescentes y jóvenes mujeres desaparecidas sin conocerse la estrategia de movilización de búsqueda ni de sus resultados, ni de la magnitud del problema.
Por otra parte, señalan las de la Red, no se atiende de manera integral a los hijos de mujeres asesinadas a pesar de que ya tiene un año el Programa Nacional de Atención a Huérfanos por Feminicidio.
Este Programa como el Protocolo Alba fueron dos respuestas burocráticas para disminuir las presiones de las víctimas a los gobiernos, dos pretextos para encubrir la incapacidad de autoridades ante la incesante ola de violencia que viven las mujeres en Sonora, una ola que sigue creciendo.
