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Las campañas electorales que concluyen hoy han dejado lecciones importantes para las que vendrán en los próximos años aquí y en el resto del país.
La pandemia obligó a realizarlas en menos tiempo, desapareció la basura electoral de los pendones en cada esquina, Sonora quedó atrapada en la bipolaridad política impulsada por un arrogante Claudio X. González: Ellos o nosotros, dijo el líder máximo del PRIAN.
Otras lecciones hubo y una sombra imborrable: El asesinato de Abel Murrieta.
Entre los aspectos positivos destaca sin duda la campaña realizada por Rosendo Arrayales, candidato del PES a la presidencia municipal.
Una campaña exitosa realizada sin un pe$o del subsidio federal otorgado al partido y sin ningún patrocinio de padrinos adinerados.
Sólo la obstinada lucha de Arrayales contra la corrupción y el entusiasmo de sus seguidores bastaron para recorrer barrios y colonias enteras, comunidades rurales donde nadie fue indiferente al paso de la comitiva impulsada por el deseo de beneficiar a Cajeme sin esperar una ganancia material por ello.
Desde hace varios años el subsidio destinado a los partidos políticos y de manera particular durante las campañas electorales ha sido un botín de muchos léperos que inventan partidos, se autonombran candidatos o disputan los contratos de servicios para la campaña.
La campaña de Rosendo Arrayales demostró de manera fehaciente que no es necesario invertir tantos recursos de la sociedad sólo para "fomentar el crecimiento de la democracia".
Con el apoyo decidido de los miles de militantes que dicen tener los partidos y candidatos bastaría para realizar una campaña exitosa como la que hizo el candidato Arrayales.
Sí, en una sociedad permeada por la ignorancia y la cultura del espectáculo es indispensable contar con la adhesión de todos los medios posibles para difundir las bondades y promesas de los candidatos.
Pero si se trata de impulsar cambios, como todos pregonan, debe empezarse por reducir paulatinamente el subsidio a los partidos.
La campaña de Arrayales demuestra que no sólo es necesario sino también muy viable. Sólo es cuestión de tener ideales inquebrantables, la decisión de luchar por ellos y convocar a personas que compartan el proyecto.
