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¡Protesto! ¿Por qué eliminar a Ramón Íñiguez Franco de la historia de la Biblioteca de Cajeme?
El día 5 de este mes cumplió 48 años la Biblioteca “Jesús Corral Ruiz” de Ciudad Obregón. Tuvo un modesto comienzo: 3,500 volúmenes de autores conocidos, ediciones baratas, con local prestado: la planta baja de la Unión de Crédito Agrícola del Yaqui. Estaba, y siguió estando mucho tiempo, bajo la responsabilidad de la Junta para el Progreso y Bienestar del municipio.
Un joven jalisciense recién llegado a la ciudad se ocupó de atender al público formado al principio sólo por estudiantes, y fue promoviendo los donativos de libros e incrementando el acervo día tras día. En el curso de pocos años, los dirigentes de la Junta se dieron cuenta de que el local era insuficiente y que era necesario construirle a la biblioteca edificio propio.
Había, a un costado del palacio municipal, una concha acústica bajo la cual se realizaron eventos políticos (allí fue recibido el candidato a presidente Adolfo López Mateos) y artísticos (los Coros de la Universidad, teatro, danza), aunque no con frecuencia pues carecía de las instalaciones necesarias. La Junta anunció que sería demolida, lo que en efecto se hizo, para construir en el mismo terreno una unidad cultural, lo que no se hizo más que parcialmente. Ahí se levantó la Biblioteca que opera actualmente y allí el joven jalisciense, que se llamó Ramón Íñiguez Franco, desplegó una intensa actividad.
Tanto El portal de la gente, de Hermosillo, como Info Cajeme, periódicos digitales ambos, publicaron el boletín que no sé si les envió la dirección de la Biblioteca o el Instituto Sonorense de Cultura, del cual depende ahora la Biblioteca. Sostengo que es un boletín porque en los dos periódicos la información con los datos que he resumido es idéntica, con una excepción: en el boletín no se menciona a Ramón Íñiguez. ¡Fue el creador de la Biblioteca igual que el autor de las ampliaciones y del mantenimiento hasta que la muerte le marcó el alto, y no se le menciona!
Ramón Íñiguez agregó una hemeroteca con miles de periódicos de la región que ahora es fuente de información para cronistas e historiadores. Fundó una cineteca con préstamo de películas al público, temporadas de exhibición y foros de discusión sobre cine en el auditorio del edificio.
En ese auditorio se han efectuado centenares de eventos académicos, presentación de libros, conferencias, congresos de escritores, recitales de canto y poesía, y en el amplio vestíbulo, exposiciones de pintura, carteleras de cine y fotografía. Ramón creó los Juegos Trigales del Valle del Yaqui abiertos a todos los escritores de la República con dos premios, uno para la mejor narrativa y otro para la mejor poesía. Hubo interrupciones porque no siempre los presidentes municipales aportaron la colaboración económica necesaria.
Alrededor de este tapatío se formó un grupo de literatos, hombres y mujeres, que escribían para la sección cultural semanal del “Diario del Yaqui”, puntualmente coordinada por Ramón. Todos esos que encontraron en él una orientación literaria y un espacio para publicar, y miles de quienes habíamos sido testigos de su lucha, padecimos con el susto del primer infarto, pero nos preparamos para lo peor, que finalmente acaeció.
Al escribir su nombre, lo vuelvo a ver arribar en su moto a la Biblioteca, cuyos muros exteriores están cubiertos por las obras de Martínez Arteche, repartir regaños a muchachos relajientos, y luego, cuando los chicos se han alejado, festejarles las travesuras. Lo veo en mi mente, en el cariñoso recuerdo del amigo, y me duele no ver su nombre en la conmemoración de un aniversario que a nadie más que a él pertenece.
carlosomoncada@gmail.com
