En los años del viejo régimen crearon una maquinaria electoral pesada y costosa, cuyo fin principal era conservar el poder en el mismo régimen a cualquier precio, incluso el fraude. Se agrietó carcomida por la corrupción, pero la maquinaria se conserva intacta. Tiene un seguro de supervivencia: no puede desaparecer sin la voluntad de sus beneficiarios, es decir, los partidos políticos y sus legisladores. Sólo que su costo ya es intolerable.
Para Ripley: el proceso electoral que acaba de comenzar costará mas que la vacunación anti-Covid.
El secretario de Hacienda, Arturo Herrera, ha informado que la campaña de inmunización tendrá un costo, en principio, de 34 mil millones de pesos. Las elecciones serán más caras: 41 mil millones.
El presupuesto se divide en varios segmentos: el monstruoso aparato del Instituto Nacional Electoral, los subsidios a los partidos políticos, el gasto de los órganos electorales de los estados y el presupuesto del Tribunal Federal Electoral, el cual ha tenido algunos fallos vergonzosos para la democracia. Ahora los partidos son 10 y hay que alimentar a todos.
Debe hallarse un medio político y jurídico para corregir este engendro. Sabemos que los diputados y senadores, así como sus partidos, nunca votarán para hacerlo porque se benefician de que las cosas permanezcan así.
Columna: Dinero
La Jornada, 8 de marzo 2021