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La efervescencia preelectoral que se vive en Morena, con la aparición de una muchedumbre de aspirantes a todas las candidaturas, sorprende e incomoda a sus rivales que no hayan como demeritar el éxito de este partido.
La interpretación más común de los opositores -políticos, civiles y medios de comunicación- es que se trata de un fenómeno generado por el triunfo arrollador que tuvo este partido en el 2018 y por lo tanto es natural que personajes de toda índole quieran beneficiarse como lo hicieron algunos candidatos que ganaron más por estar en la ola lópezobradoristas antes que por sus propios méritos.
Tal versión es correcta pero no es suficiente para entender el fenómeno morenista y sus cientos de asírantes a una candidatura.
Hay un elemento más importante que los críticos y opositores no alcanzan a comprender o rechazan influidos por sus prejuicios y una animadversión visceral hacia Morena y lo que representa.
Dicho elemento es la ciudadanización de la política impulsada por este partido.
Mientras en otras organizaciones se habla de la apertura a "los ciudadanos" en abstracto, en Morena se han abierto las puertas a ciudadanos reales.
Decirlo así puede suscitar un rechazo a priori, pero si vemos con detenimiento la apertura de los partidos a los ciudadanos es evidente que se trata sólo de un discurso. Así lo ha demostrado la alianza PRI-PAN en su primera selección de candidatos a diputados locales, federales y alcaldes.
Casi la totalidad son políticos de carrera en sus partidos, y los "ciudadanos" invitados han sido militantes del conservadurismo desde el ámbito empresarial o civil, pero el perfil ciudadano, es decir, el de personas comunes integradas a esa alianza, es nulo.
En Morena se han generado expectativas para todo el ciudadano(a) que aspire a una candidatura. Así vemos a militantes de toda la vida junto a activistas de luchas sociales y personajes impresentables que sólo porque sí exigen ser tomados en cuenta.
Junto a ellos están una amplia gama de mujeres y hombres que no son morenistas ni tienen gran experiencia en la arena política pero cuentan con méritos personales y civiles para ser considerados en la selección de candidatos.
Esto no ocurre en el PRI-PAN ni siquiera en Movimiento Ciudadano, oranizaciones donde se requiere pedigrée o mucha cercanía personal a los dirigentes y candidatos.
Para el ciudadano común con aspiraciones políticas es muy difícil, si no imposible, aspirar a una candidatura de esos partidos.
Y en Morena han encontrado la promesa de una oportunidad que puede concretarse en los próximos días.
Un activo importante es esta confianza que brinda el partido a los aspirantes, pero también se puede convertir en una arma en contra si las cúpulas morenistas seleccionan sólo a los políticos de siempre o reparten posiciones a grupos de poder, dejando fuera a los ciudadanos independientes que cuentan con méritos para alcanzar una candidatura.
Por supuesto el reparto de las candidaturas tiene que considerar a todos los sectores y es natural que militantes de larga trayectoria tengan prioridad sobre oportunistas. Pero debe quedar, como se ha anunciado, un porcentaje para figuras ciudadanas.
Este es el primer reto que debe superar con éxito la dirigencia morenista en Sonora, satisfacer las expectativas de quienes han creído en la ciudadanización del partido
De lo contrario, dentro de unos días decenas de advenedizos que hoy hacen fila en el reparto de posiciones, se volverán contra el partido apenas queden fuera de las candidaturas. Y eso tendrá un costo importante en las campañas que están por iniciar.
