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La petición, el ruego diario del secretario de Salud, Enrique Clausen, para que nadie en Sonora baje la guardia ante los riesgos de más contagios por covid-19, fue ignorado olímpícamente por las autoridades de Cajeme y la directiva del club Yaquis.
En el juego inaugural de la temporda el Nuevo Estadio de los Yaquis (NEY) exhibió aquí y ante todo el país -vía SKY- la irresponsabilidad de autoridades y directivos, su desdén hacia los protocolos de seguridad sanitaria que todos los días dicen promover.
La proximidad de varias personas en espacios reducidos, la aglomeración de jóvenes alrededor de la venta de cerveza, la desaparición del cubrebocas en un alto porcentaje del público. Nada de esto sorprende. Es la reacción natural de aficionados que estaban hambrientos de un espectáculo masivo, el único que tenemos en esta ciudad.
Lo que realmente sorprende es el grado de irresponsabilidad colectiva frente a las amenazas reales de un rebrote de covid-19 como está ocurriendo hoy en Europa y otros continentes, donde la segunda ola del coronavirus ha sido tanto o más arrasadora que la primera.
Los primeros irresponsables son los ciudadanos que no sólo en el estadio sino también en otros espacios públicos actúa de manera relajada, como ocurre en puestos de comida, abarrotes, playas y en general áreas de esparcimiento.
Pero la irresponsabilidad más grave es la de autoridades que están obligadas a imponer las medidas necesarias para resguardar la seguridad sanitaria de la población, un universo en el que los aficionados al beisbol con poder adquisitivo para ir al estadio son apenas un porcentaje insignificante en cantidad pero muy alto en potencial de esparcimiento de contagios.
Sólo en el NEY se permitió el 50% del aforo al juego inaugural. Alrededor de 8 mil personas reunidas en un espacio limitado "pero al aire libre". Otros gobiernos y directivas fueron más cautos. En Sinaloa y Hermosillo se permitió el 40%, en Navojoa el 30%, en Monterrey y Jalisco se jugará sin público.
Sólo Cajeme ha bajado la guardia. El fantasma de los rebrotes recorre el mundo, pero aquí actuamos como seres irracionales para festejar "una tradición" que cada vez es más negocio que deporte.
