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Domingo 28 de Abr de 2024
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Al ahi se va

Sergio Anaya
Martes 11 de Agosto de 2020
 

Es fin de semana. A falta de opciones recreativas, cientos de personas acuden a parajes semirurales alrededor de la ciudad. 

En las franjas de los canales, en los caminos que llevan a las tierras de cultivo o bajo cualquier arboleda puede verse a grupos de amigos y familiares conviviendo alrededor de una hielera de cerveza y con los reproductores de música a todo volumen. La proximidad de los cuerpos y la ausencia de cubrebocas hace parecer que la pandemia de coronavirus ya no existe.

Lo mismo ocurre en espacios comunitarios como la tienda de la esquina donde todos los días acuden doñas, señores y jóvenes de ambos sexos a comprar, muchos lo hacen sin cubrebocas y se arremolinan alrededor del mostrador para la plática cotidiana.

Durante la noche las taquerías, los puestos de hotdogs y otros antojitos lucen animadas con clientes sin cubrebocas que comparten mesas y a los parrileros o taqueros es común verlos con este protector por debajo de la boca "porque molesta mucho".

En estas actitudes no falta por supuesto la fanfarronería del valentón que grita "de todos modos de algo nos vamos a morir".

Así se multiplican las situaciones de alto riesgo para la propagación del covid-19. Un sector de la población actúa sin la menor consideración por su salud y la de los otros.

Estos hábitos cotidianos son al parecer la principal fuente de propagación de la pandemia. Y por encima de ellos, las fiestas y la convivencia familiar dentro del hogar donde basta que uno lleve el virus para que todos los demás se contagien.

 

Cajeme entró en una fase muy peligrosa de la pandemia de coronavirus. En los días recientes los casos registrados rondan la cifra de los cien diarios, demasiados para un municipio con menos de medio millón de habitantes.

Al mismo tiempo se lleva a cabo el proceso de reactivación económica que abarca cada vez más sectores y giros comerciales.

Desde antes de iniciar este proceso se advirtió que un incremento en los contagios obligaría a regresar hacia atrás, al cierre de los establecimientos no esenciales.

Eso parece hoy un argumento empleado sólo para justificar la reapertura.

Pero hay otro argumento de mayor peso que nadie se atrevería a rebatir: La economía local -como la nacional y la de casi todo el mundo- no puede permanecer cerrada durante tanto tiempo como cuatro meses o más. 

El dilema no es la salud o la economía, porque ya está decidido que sin trabajo, sin producción, tampoco habrá salud. Y varios meses sin trabajar pueden resistirlos los adinerados o quienes tienen su sueldo seguro. Sin embargo, un porcentaje muy alto de la población está en la economía informal, es decir, tiene que trabajar a diario para obtener el sustento familiar y a ese gran masa de población no se le puede mantener inactiva durante muchos días, ni siquiera con ayudas oficiales que sólo son paliativos.

 

Así llega Cajeme a la fase actual de repunte vertiginoso de los contagios por covid-19.

Todo indica que no podremos cuidarnos como se pensaba hasta hace poco, la inactividad, el confinamiento obligatorio no son opciones, menos aún cuando no hay un gobierno fuerte ni líderes sociales que impongan la disciplina necesaria, imprescindible para poder sortear la grave crisis de salud en la que nos econtramos. 

Total, "ahi se va"

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