|
Como un vago recuerdo en los cajemenses ha quedado aquel magno proyecto ciudadano “Cajeme 2020”, el cual fue motivo de mucho entusiasmo en su momento pero que pronto se olvidó ante “insalvables” dificultades.
Creo que mucho mal hemos hecho en dejarlo así nada más pues independientemente de los factores internos o externos, económicos y sociales, es muy importante mantener una ciudad con una visión a largo plazo, con proyecto(s) que nos involucren a todos en la construcción de lo que anhelamos, pues así se es una ciudad que como tejido vivo se nutrirá, crecerá y protegerá.
Cuando se anunció el “Cajeme 2020” era un estudiante a punto de comenzar estudios universitarios, los de mi generación empezábamos a tener inquietudes respecto a lo que nos tocaba en la sociedad como adultos jóvenes, respecto a lo que podíamos aportar tanto en el presente como en el futuro, así que en nuestras pláticas comenzaban a colarse temas económicos y sociales.
Al ver cómo se involucraban diferentes organismos y personas a este nuevo proyecto de Ciudad, los cuales se citaban a cada rato, desde diferentes frentes, realmente sentíamos entusiasmo.
Y una señal que parecía inequívoca de que se iba por buen camino fue el surgimiento de más instituciones educativas de nivel superior. Súbitamente hubo una mayor oferta académica y nuestra ciudad comenzaba a perfilarse como una para el estudio y la investigación, una ciudad del conocimiento.
También se hablaba mucho de impulsar la industria, de un nuevo parque industrial, de mayor inversión en tecnología para el campo y la creación de una fuerte agroindustria, de un parque de desarrollo de software, de las bondades geoestratégicas de la región…
A cada rato veíamos las maquetas del nuevo centro civil de Ciudad Obregón y era realmente inspirador, y nos preguntábamos ¿no podríamos lograrlo antes?
¡Nos parecía tanto tiempo dos décadas de distancia!, pero a la vez pensábamos que para ese entonces seríamos adultos con familia joven y era también tan esperanzador visualizarnos así en la “Nueva Ciudad Obregón”.
Pero avanzó el nuevo milenio y pasó como el corredor que al oír el disparo con ímpetu zarpa y pronto se acalambra, se detiene y luego se olvida el asunto y se retira de las pistas sin ningún análisis o reflexión. Aceptémoslo, perdimos el rumbo y no hemos hecho ningún otro esfuerzo que pudiera verse enriquecido con esta experiencia. Desde entonces nos abruma el derrotismo y tenemos la ciudad deteriorada prácticamente en todo.
Hoy, justo en este momento en el que la adversidad parece estar alcanzando un máximo, en el que la incertidumbre es la neblina más espesa posible y parece todo tan difícil, nos toca recordar este proyecto “Cajeme 2020” y aceptar el fracaso, pero también toca rescatar o elaborar una nueva visión ¡aunque nos lleve otros 20 años! pero que ahora seamos capaces de construir paso a paso, con metas en plazos más cortos de 2, 5 años, medibles y aprovechando nuevas herramientas.
Dentro de 20 años seré un adulto viejo pero me ilusiona que mi familia y mis amigos disfruten de una ciudad que no solo vuelva a ser una de las más limpias, bonitas, mejor trazadas y seguras sino que sea una para vivir en plenitud.
