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Todos tienen (tenemos) un pretexto. El vendedor de frutas y "picos de gallo" en la esquina del centro alega que si no vende no come, además sus productos son alimentos, y eso está permitido. Como él hay varios vendedores con sus triciclos y vitrinas exhibiendo la fruta.
También en el centro y en las colonias los puestos de birria, cahuamanta, tacos, lo que sea, instalados en calles y banquetas siguen funcionando y aunque las ventas han disminuido los clientes llegan sin cubrebocas y ordenan el platillo.
En la calle Miguel Alemán gente de la tercera edad, los más frágiles ante el covid-19, hacen una larguísima fila de más de cien metros, desde la Nicolás Bravo hasta la Zaragoza, en espera de entrar a la oficina de Telégrafos para recoger su apoyo económico del programa "65 y Más". Una empleada recorre la fila diciéndole a los dones y doñas que se mantengan separados, Susana Distancia, pero antes de entrar a la oficina se agolpan o se descuidan y platican de cerca con el que esté a un lado. Algunos llevan cubrebocas, otros no.
En la carnicería los empleados llevan cubrebocas y hay una botella de gel para los clientes. Pero en el trajín de la compra, los clientes se aproximan entre sí, casi rozando sus cuerpos y sin dejar de hablar. Un hombre alto y corpulento anda entre los clientes ocupado con su teléfono celular sin importarle los demás. Prepotente típico bajado de camioneta ostentosa.
Hay además empresas maquiladoras que continúan laborando con el pretexto de que algunos de sus procesos son "indispensables".
La Emergencia Sanitaria Nacional no está funcionando del todo en Cd. Obregón por más esfuerzos que hacen las autoridades.
Sobran pretextos para seguir socializando y quienes siguen al pie de la letra las instrucciones de quedarse en casa y no salir, también están en riesgo pues cualquier descuido, la plática con un vecino, el abrazo a un familiar que llega de visita, la compra en el super o en el abarrote, múltiples situaciones de riesgo que parece casi imposible evitar.
Así se confiaron italianos y españoles, pese a las advertencias no acataron las reglas minimas de seguridad sanitaria y el resultado es la catástrofe ya conocida con sus miles de muertes y la desesperación de no saber cuándo pasará el peligro.
Así estamos en Cd. Obregón, muy confiados, muchos creen que las advertencias son exageraciones y vemos a nuestro alrededor gente sana, estamos sanos, qué nos puede pasar, además ya viene el calor de 40 grados y eso detiene al coronavirus.
La irresponsabilidad, la codicia y la ignorancia preparan el terreno para la llegada de una catástrofe. Ojalá no sea así.
