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La reedificación de escuelas públicas por parte del Gobierno del Estado se ha hecho sin ninguna consideración para la historia y el medio ambiente de Cajeme.
De pronto allá en Hermosillo los funcionarios decidieron que era necesario derrumbar escuelas que habían sido un referente histórico en el paisaje urbano de Cd. Obregón.
Y así, sin más ni más, destruyeron edificios como los de la Calleja, la Dworak y la Secundaria Campoy. El pretexto: Estaban "muy viejos" y eran un riesgo debido a que nuestra ciudad está ubicada en una zona sísmica. Con ese argumento deberían de destruirse miles de escuelas en el país.
Pero como muy pocos protestan en Cd. Obregón por cosas que valen la pena, derrumbaron los viejos planteles escolares cuando tal vez hubiera sido suficiente con apuntalar los muros que presentaban algún riesgo. El costo de estas obras hubiera alcanzado tal vez para remediar la crítica situación financiera del Isssteson.
Un daño más en esta masacre arquitectónica fue dado por las autoridades de la Secundaria "José Rafael Campoy", la casa histórica de miles de cajemenses que allí pasaron de niños a adolescentes entre las aulas y los pasillos donde alguna vez reinó la voz imperativa de la maestra María Mendívil.
Como si no hubiera bastado el derrumbe del viejo edificio, podaron los frondosos troncos de árboles que fueron sembrados hace muchos años en el límite que da hacia la banqueta de la calle 200.
El objetivo fue abrir el espacio visual para que se vea mejor el nuevo edificio construido por obra y gracia del Gobierno del Estado.
De inmediato hubo una reacción pública a través de redes sociales, la mayoría de las críticas provenían de exalumnos de la Campoy.
Por supuesto que no hubo ninguna respuesta oficial, si acaso alguien dijo que la poda fue necesaria "porque los árboles tienen una enfermedad", argumento nada creíble.
Nadie asume responsabilidad y nadie demanda castigo para los culpables. ¿Para qué si sólo son unos cuantos árboles?
