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Cuando uno de ellos le dijo a su esposa: "Me voy a Alaska", la mujer pensó que como siempre su maridito iría "Alaska guamas", como lo suele hacerlo todos los viernes, sábados, días festivos y cada vez que tiene ganas.
Pero no, esta vez iba en serio. El amable y bien portado hombre de madura edad estaba avisando que saldría junto con sus amigotes del Club Flamas a una aventura que los llevaría a bordo de sus motocicletas hasta Alaska, el territorio de los iglús y los osos polares, el último rincón de América del Norte, cerca del Círculo Polar Ártico, hasta donde planean llegar si es posible.
Es un recorrido de 16 mil kilómetros de ida y vuelta que los llevará por los inmensos territorios de Estados Unidos y Canadá, de ciudad en ciudad, pasando ríos, bosques y tundras.
Con ese destino partieron este miércoles en la madrugada. A las cinco de la mañana ya estaban alrededor de la estatua del danzante yaqui preparando su esquipaje en los pequeños compartimientos de sus Hondas, Harleys y otras bestias de acero que montaron de prisa, tras el besito de despedida de sus esposas, hijos y nietos.
Una de las mujeres, previsora, le preguntó al marido si llevaba su visa, pasaporte y otros documentos, por si se pierde. "¿Llevas la tarjeta del INSEN?", le dijo.
Y después de tanta despedidas vieron partir a sus rudos muchachotes. Orgullosas les dijeron hasta pronto con un últim beso al aire y un que Dios te bendiga.
Las esposas estaban tranquilas hasta que alguien murmuró que en los caminos de Norteamérica abundan mujeres bellas y salvajes decididas a subirse con cualquier biker que les dé raite.
