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Y al final de cuentas, Abel Murrieta Gutiérrez (AMG) resultó ser un político más institucional que revolucionario, por obra y magia de la disciplina, tanto que se aclimata con prontitud en el arte de “comer sapos sin hacer gestos”, como solía definir a la política el expresidente jarocho Adolfo Ruiz Cortines. Todo sea por no vivir en el error, aconsejaría otro veracruzano.
Tras su foto con los candidatos al Senado, apenas el 16 de marzo, nuevamente aparece en un evento público, pero ahora con la gobernadora Claudia Pavlovich y el padrino de todas las causas del cada vez menos poderoso Yaqui Power, el empresario Ricardo Bours Castelo. Bien lo valen 900 millones de dólares que invertirá Constellations Brands en Cajeme para sumarse a la unidad.
Eso sí, muy distante, esquivo para hablar con la tropa reporteril. Nada. Es más se interna a los baños y regresa cuando la gobernadora ya saluda a los presentes. Al pasar por la fila donde está el diputado federal, Claudia Pavlovich suelta un comentario y todos ríen. Hasta el ex procurador, cuyas manos mantiene en los bolsillos, que al final saca para saludar a la mandataria.
Un testigo de la escena, confía al reportero la broma: “La gobernadora lo invitó a tomar asiento en el presídium, que no se preocupara, que no le iba contabilizar para sus gastos de campaña”. Lo anterior por la fama de Murrieta Gutiérrez de ser muy cuidadoso en los pesos y centavos, más si se trata de “columpiar” escenarios en épocas electorales.
Lo que siguió fue en sumergirse en el mimetismo de la comisión de aplausos a la gobernadora de Sonora y sus anuncios grandilocuentes: “Corretié (sic) a la liebre hasta que la alcancé”, “Habrá un antes y un después para el municipio”. Algo así como que el 2018 será el años parteaguas y que ahora se dirá AC (Antes de Constellations) y DC (Después de Constellations).
Parte del corifeo los agrotitanes del Distrito de Riego Río Yaqui, esos que aseguran a los cuatro vientos que no sobra el agua para repartir, menos si es para Hermosillo. Ahora andan hasta de asesores y gestores para garantizar a la empresa cervecera sus planes de expandir su producción, que en los próximos años pasará de 3.5 a 8.5 millones de hectolitros.
Muy bien portados estuvieron Antonio Fornés y Baltazar Perales, el campesino Juan Leyva Mendívil, del movimiento NO (o a veces SI al Novillo, de acuerdo a las circunstancias). Solamente faltó para la foto el ajonjolí de las representaciones yaquis, Tomás Rojo Valencia, quizás igual que aquéllos que les rentan las tierras (Procampo inlcuido).
Al final del evento, se intenta una versión del todavía priista por confesión propia, pese a una carta de renuncia de por medio. “La peor fórmula a nivel local es la de mi partido”, declaró en clara referencia a su contrincante del proceso interno, Emeterio Ochoa, que por cierto no se dejó ver en el evento, no vaya ser que lo acusen de andar en precampaña.
“Ya déjala así”, pide el legislador federal al reportero cuando se le cuestiona si permanece en la bancada del PRI o ya es legislador independiente. Media en la plática el delegado Gobernación, Wenceslao Cota Montoya, quien en tono socarrón dice “mejor llámalo rebelde”, pero Murrieta no festeja la ocurrencia del pensionado VIP del Isssteson.
Luego se escuda en un “pregúntale al dirigente de mi partido” y se le aclara que Andrés Rico, dirigente del PRI municipal y fan del Cruz Azul, pues la "cruzazuleó" al afirmar qu no sabía nada al respecto. Aprieta el paso rumbo al estacionamiento y otra vez, entra al quite el pensionado VIP con un “Ya, contéstale”, mientras el ex procurador le revira: ”Ya quedamos que hablaré en la campaña no antes”.
Sin embargo, el anfitrión de Abelandia aprovecha para desmentir los rumores que se corren tras la foto con la fórmula Silvana-Maloro. “No es cierto que voy a presidir alguna comisión en la campaña, apoyaré a la fórmula al Senado porque son mis amigos, pero en lo local no, como ya lo declaré” y una frase para justificar su regreso al redil: “El PRI no tiene la culpa sino los caciques que se creen los dueños”.
La operación cicatriz sigue su curso de acuerdo al rito que el manual priista ordena a los que abjuran –aunque sea por 10 minutos- su cargo de representación laica, Gramsci dixit.
