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Podrían reducir pena a asesino de Diana

Sugeyry Gándara / sinembar.mx
Viernes 23 de Febrero de 2018
 

Un zapato con una mancha de sangre es la única evidencia fuerte que le dejaron a la representación de Diana Domínguez Félix para evitar que Carlos, el jefe de ella y quien confesó el asesinato, pueda quedar libre u obtener una sentencia muy corta, como teme la familia después de que un Juez desechó dos pruebas que lo ponen a él en la escena del crimen.

Diana Elizabeth Domínguez Félix era representante médica del Laboratorio Liomont S.A de C.V. Fue asesinada y desaparecida el 7 de noviembre de 2016 en el estado de Sonora.

Carlos Gerardo R.R, su jefe, confesó el crimen: le asestó al menos 35 cuchilladas, la llevó a una vereda y le dejó caer una piedra en la cabeza. Finalmente, escondió el cadáver en una zanja.

El cuerpo de la profesionista fue hallado en estado de descomposición en el Ejido Buena Vista en Tesia, Navojoa, tras la declaración del detenido, quien guió a los agentes ministeriales hasta donde estaban los restos, le explicaron ministeriales a Silvia Domínguez, prima hermana de la víctima.

En próximas semanas será la apertura de juicio oral. Sin embargo, la familia teme que el asesino confeso quede en libertad porque, durante la audiencia intermedia, un juez no quiso tomar en cuenta al menos dos pruebas: una que relaciona al imputado con la víctima el día hora, fecha y lugar de la desaparición, y otra es la evidencia genética.

Las evidencias fueron desestimadas por la burocracia y fallas del sistema judicial, denunció la familia quenes claman por justicia para Diana.

 

EL DIA DE LA TRAGEDIA

Diana tenía una larga trayectoria como representante médico. Con 16 años de antigüedad en el Laboratorio Liomont, estaba a cargo de la ruta Navojoa, Huatabampo, Guaymas y Mochis.

Vivía en Ciudad Obregón. De ella dependían su hijo adolescente y su madre de 72 años.

El lunes 7 de noviembre de 2016 salió de casa para ir a los Mochis, Sinaloa, pero antes tenía una reunión con su jefe Carlos Gerardo.

Los lunes se acordaban los pendientes y la agenda semanal, explicó Maria Sylvia Domínguez, prima hermana de la víctima.

“Se canceló la junta; pero él, Carlos, la citó en otro lugar casi a la salida de la ciudad, ella se lo comentó a mi tía. Ahí platicaron los dos. ¿de qué? no sé”, narró.

La familia sintió que algo estaba mal cuando Diana no se reportó a la hora acordada.

 

Ella acostumbraba telefonear con su madre cuando salía de su vivienda y en cuanto llegaba a su destino.

Su mamá esperaba llamada cerca de las 12:30 pm; pero no se comunicó. La mujer empezó a marcarle y al no obtener respuesta la buscó con familiares y conocidos.

Los allegados se alarmaron cuando fueron redireccionados al buzón, señal de que el celular se había apagado: “Ella nunca apagaba el teléfono”, contó la prima de la víctima. Preguntaron a  conocidos, compañeros de trabajo y marcaron al hotel en el que se iba a hospedar pero nadie les daba algún indicio sobre ella.

Ese mismo día pusieron el reporte en la policía en Hermosillo.  Carlos acudió a la casa de la víctima alrededor de las 4 de la tarde. Habló con la madre y una hora después con la prima hermana, las “consoló” y les ofreció “ayuda”.

Al día siguiente, agentes policiacos tomaron declaraciones, iniciaron la investigación y hallaron el Volkswagen Golf cerca de la calle Otero, frente a una compañia de agua potable.

En el periodo de búsqueda, Carlos él iba a la oficina todos los días con los familiares para ver los avances, presuntamente se coordinaba con ellas para “buscarla”.

 

EL FEMINICIDIO

Durante la búsqueda, el agente a cargo de la pesquisa indagó a Carlos G.G. Lo vigilaron y, presuntamente, lo sorprendieron en la compra-venta de droga, lo que motivó el arresto.

“Yo creo que a ellos les latió mal, por eso lo siguieron y cuando lo vieron comprando droga, lo detuvieron”, platicó la hermana.

Derivado del arresto el hombre confesó.

“Él dijo que ‘ya no aguantaba más’, que él la mató, la tiró, narró dónde la dejó y guió a los investigadores hasta donde dejó el cuerpo. Eso es lo que a mí me dijo el comandante”, abundó la Silvia.

El 11 de noviembre de 2016 hallaron los restos de Diana. Estaban en estado de descomposición. La reconocieron inicialmente por un tatuaje.

“Yo sabía que ella tenía un tatuaje, el día que se lo vi la regañé y le reclamé: ‘¿por qué te andas haciendo tatuajes?’, y ahora digo: ‘bendito Dios que se hizo ese tatuaje y por eso se identificó después, con las pruebas de ADN’”, explicó la familiar.

El arma homicida no ha sido encontrada. De acuerdo con las investigaciones criminales, el imputado argumentó que la arrojó en el camino. El teléfono de ella tampoco se ha localizado.

En su declaración ministerial, el imputado narró que se vio con la víctima en las inmediaciones del Teatro ITSO, ubicado en la Calle 200 de Ciudad Obregón. La lesionó con un arma punzocortante en varias partes del cuerpo, 35 veces. Las heridas provocaron una pérdida importante de sangre lo que causó su muerte. Shock hipovolémico, estableció el dictamen forense.

Después, el agresor abrió la maleta de la víctima, tomó una blusa y se limpió la sangre. Posteriormente, decidió deshacerse del cuerpo y condujo el vehículo a la ciudad de Navojoa hasta llegar a un paraje desértico donde lo arrojó en una zanja; le dejó caer una piedra en su cabeza para asegurarse de haberla privado de la vida, y la tapó con varios objetos encontrados en el lugar, como una esponja y un cubre asientos.

Durante las audiencias, el imputado dijo que se citaron, hablaron y surgió una discusión; sin embargo –apeló Silvia, la familiar, “él ya iba a preparado, ya lo tenía planeado porque él llevaba un cuchillo, una gorra, otra camiseta, ya estaba premeditado, ¿por qué ? No sabemos nunca lo ha dicho”

El 20 de febrero de 2017 se solicitó la orden de aprensión contra Carlos, quien estaba detenido por otro delito. La orden fue ejecutada el 13 de marzo del mismo año y al día siguiente se le formuló la imputación por el delito de feminicidio, en tanto que el 19 de marzo se le vinculó a proceso.

El Ministerio Publico estableció, en el expediente, que el homicidio se acredita como feminicidio pues “el acusado le provocó lesiones infamantes, degradantes, previas y posteriores la privación de la vida. De igual forma traicionó la relación afectiva, sentimental o de confianza que la víctima le tenía, ya que ella nunca pudo haber esperado que la asesinara”.

Diana era mamá soltera. Sus cercanos la describieron como una mujer trabajadora que sacó su carrera mientras laboraba. Era de trato amable, tenía facilidad de relacionarse con la gente, estimada entre sus clientes y destacada en su trabajo donde obtuvo múltiples reconocimientos.

“Era inteligente, carismática, era la chispa y energía de la familia, era un cascabelito y en el trabajo tenía muchos reconocimientos, siempre sobresalía en ventas, en todo, tiene muchos reconocimientos”, recordó Silvía Domínguez.

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Ver reportaje completo en

http://www.sinembargo.mx/22-02-2018/3386534

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