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La mariguana no es una droga inofensiva, de uso meramente recreativo, sino un peligro real para quien la consume y para la sociedad, advierte Kristy Kitrell Fuentes.
Ella está a cargo del área de Prevención y Atención de Adicciones y Violencia Familiar, en la Jurisdicción Sanitaria No. 4, y por su trabajo sabe bien de lo que habla cuando manifiesta su postura en contra de la posible legalización de esta droga.
No sólo es una droga de inicio hacia otras adicciones; la mariguana por sí misma provoca una fuerte adicción y puede transformar la personalidad del consumidor incitándolo a cometer actos dañinos o delictivos, afirma.
"Hay personas que por el consumo de la mariguana pierden el contacto con la realidad; otras se vuelven muy celosas y agresivas con sus parejas o en el entorno familiar", expone.
Además es la droga que se adquiere más fácilmente, por encima incluso del crystal.
En general el problema de las adicciones está en todas las clases sociales, no sólo en los estratos más bajos, como a veces se cree, añade Kristy Kitrell.
El consumo de drogas por menores de edad no depende de la posición socioeconómica sino del entorno familiar y de amistades, señala.
Y hoy el primer contacto y consumo posterior de drogas ocurre a una edad cada vez más temprana tanto en niños como en niñas, dice.
En este aspecto, un factor muy importante es la escuela. Explica:
"En los niños que asisten regularmente a la escuela no hay tanta drogadicción, comparado con lo que ocurre con los niños en situación de calle; allí el consumo es mucho más elevado".
Otro factor importante, menciona, es el área donde vive el menor de edad.
En el campo hay ahora niveles de drogadicción más altos que en la ciudad y esto se debe a que en las áreas rurales hay más pobreza y menos opciones de diversión y relajamiento. Los niños no cuentan con asesoría sicológica, son más vulnerables, concluye.
