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De la Casa Blanca a la fiesta de Diego

Sergio Anaya
Viernes 18 de Marzo de 2016
 

Sólo la oposición civil pacífica pero decidida puede derribar al sistema priista que gobierna México, afirma Gerardo Fernández Noroña.

La lucha armada se descarta, sólo llevaría a un baño de sangre; la vía electoral es necesaria, pero no parece suficiente.

"Si en el 2018 López Obrador gana las elecciones, ¿quién cree que Peña Nieto le va a entregar la banda presidencial? Por supuesto que eso no sucederá nunca. Ya lo vimos en el 1988 y en el 2006. La izquierda cuando pierde, pierde, y cuando gana, también pierde", comenta.

La izquierda necesita algo más que los votos y esto sería un frente común con los grupos sociales que están hartos del corrupto sistema que gobierna a México; un frente civil, pacífico pero decidido a imponer una verdadera democracia, señala el autor de "La Casa Blanca", el libro que presentó esta semana en Hermosillo y Cd. Obregón.

De la Casa Blanca a la fiesta del "Jefe" Diego, todo es una cínica exhibición del poder de unos cuantos, dice.


Casa Blanca: Monumento a la corrupción

De entrada, Gerardo Fernández Noroña aclara que su libro no es un reportaje sobre el reportaje que realizó el equipo periodístico de Carmen Aristegui, al que reconoce como excelente.

Mi libro, dice, narra la lucha que emprendí para que se clausurara la casa de Peña Nieto y esposa por considerarlo una afrenta para el pueblo de México, un monumento a la corrupción.

Propuso clausurarlo simbólicamente pero luego llegaron las "invitaciones" oficiales a olvidarse de ello. 

"En esos días detuvieron a 11 jóvenes que protestaban contra el régimen y los llevaron al penal de alta seguridad de Nayarit. Entonces yo les propuse a los del Gobierno que dejaría lo de la Casa Blanca si los 11 jóvenes eran liberados. Los jóvenes fueron liberados".

Dejó de insistir en la clausura simbólica pero no en denunciar públicamente el oprobio que simboliza la Casa Blanca.

"Y a partir de este tema que nos dio a conocer el equipo de Carmen, decidí hacer un libro que reseñara los agravios contra el pueblo, como los atropellos a sus derechos laborales, la entrega del petróleo y de la energía eléctrica a extranjeros, entre otros temas".

La denuncia no se agota en el señalamiento, agrega, "proponemos a la sociedad civil organizada que exija la renuncia del presidente Enrique Peña Nieto, convoque a nuevas elecciones y a la formación de un congreso constituyente".

¿Pide imposibles? ¿Cómo sacudir a una sociedad que ha seguido y al parecer seguirá votando mayoritariamente por el PRI, a pesar de todo?, preguntamos y él responde:

"La gente se resiste a plantearse esto, pero la Constitución lo prevé. Sólo así podemos acabar con un sistema corrupto y no creer que una Ley 3 X 3 es la opción; esto sí es una igenuidad".

"Lo que necesitamos es barrer toda esta estructura política, muy parecida a la del Porfiriato. Tenemos que sembrar esta rebelión, pero civil y pacífica", insiste.

 

La fiesta del "Jefe" Diego

"Esa fiesta es un insulto más, el personaje central es un coyote, responsable de la apertura de los paquetes electorales en 1998, un corrupto hasta la médula", expresa Gerardo Fernández Noroña.

Y entre sus invitados es natural que aparezcan el expresidente Carlos Sainas de Gortari, "artífice de la venta del patrimonio nacional"; Carlos Slim, "el mayor beneficiario de esta política", y el expresidente Felipe Calderón, "que aparece acalderonado, es decir, tomado".

¿Pero qué me dices de Porfirio Muñoz Ledo y Carlos Navarrete, dos figuras de la izquierda mexicana?.

"Que aparezca allí Porfirio Muñoz Ledo es lastimoso; Porfirio es un hombre brillante, lo ha tenido todo, menos la Presidencia, pero es débil, le encantan los reflectores de la alta sociedad".

Y lo de Navarrete no le extraña:

"Navarrete es un entreguista, pero lo llevaron como una pieza curiosa: Miren qué democráticos somos que hasta la servidumbre estamos invitando. Porque ellos, Diego y sus invitados, son unos racistas, estoy seguro que vieron a Navarreete con absoluto desprecio. Y él, Navarrete, sonreía como si fuera bufón de la corte, es una cosa lamentabilísima. No entiende el lugar que tiene en esta sociedad".

Juntos allí, en alegre festejo, quienes públicamente aparecen como enemigos políticos irreconciliables, nos envían un mensaje despolitizador, considera GFN.

"Cuando se ve eso, uno piensa: ya se chingó el asunto".

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