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Las políticas de austeridad que se pregonan en la administración pública en Sonora, no tocan ni de lejos los privilegios y derroches de la clase política enquistada en los aparatos de estado.
Por igual priistas como panistas, dirigentes del PRD, PVEM, Panal y otras organizaciones políticas que viven del erario tendrán en el 2016 un año de bonanza comparado con el difícil e incierto período que espera a la gran mayoría de los sonorenses y a las administraciones municipales.
El caso más ilustrativo y escandaloso de esta voracidad presupuestaria lo representa la clase política integrante del Congreso del Estado. En contraste con la reducción presupuestal que aprobaron para municipios como Cajeme, los diputados locales se adjudicaron un incremento del 15.1% a su presupuesto de ingresos.
De 670 millones de pesos (mdp) que recibió el Congreso en el 2015, en el 2016 recibirá 772 mdp.
Y no satisfechos con su privilegios, los diputados locales se dieron el gusto de asegurar económicamente a sus asesores, asistentes y otros "cuates" con la creación del Centro de Investigaciones Parlamentarias y de Fiscalización del Estado de Sonora, organismo que dependerá del Instituto Superior de Auditoría y Fiscalización (ISAF).
Para garantizar los ingresos de sus protegidos, los diputados asignaron un presupuesto de 162 mdp para el ISAF en el 2016, lo que representa un aumento del 52% en relación al 2015.
Un Congreso de lujo, por sus abultados ingresos, y de resultados mediocres si se tiene en cuenta que la mayoría priista sólo está allí para aprobar las propuestas del Ejecutivo, mientras la fracción panista cuida su permanencia en el presupuesto y la retirada segura de los exfuncionarios padresistas.
Los diputados de otros partidos sólo están a la espera de negociar apoyos desde "la oposición" mientras disfrutan el privilegio de haberse colado a la fiesta congresista.
Sólo algo inquieta y llena de envidia a nuestros diputados locales: Los ingresos de los diputados federales.
Los legitimadores electorales
Las elecciones del 2015 en Sonora pusieron en evidencia algo que ya se sospechaba: La actuación como legitimador de una desaseada democracia por parte del Instituo Estatal Electoral y de Participación Ciudadana (IEE).
Durante el proceso vivido en la primera mitad del 2015, cuando los rebases a las topes de campaña y la guerra sucia de difamaciones e intervenciones telefónicas estaban en su punto más alto, el IEE se limitaba a hacer advertencias y en la mayoría de los casos sólo dejaba hacer y dejaba pasar toda la suciedad políticoelectoral que hartó a los sonorenses.
Por ese papel tan "relevante" para el mantenimiento del sistema político, el IEE recibirá este 2016 un presupuesto de 245 mdp, cantidad exageradamente alta para un año en el que no habrá elecciones.
Los consejeros del IEE y su larga cauda burocrática justifican este derroche como un argumento cínico: Es necesario para promover la democracia, argumento copiado de su referente nacional, el INE.
Y para ello tienen el aval de los partidos políticos, que se llevarán una buena tajada de esos 245 mdp.
Derechos Humanos: Ostentación y mediocridad
No solo los diputados locales, los partidos políticos y los consejeros del IEE gozan de privilegios insultantes para la mayoría de la población sonorense.
También el presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, Raúl Ramírez Ramírez, tiene su prosperidad asegurada después de varios años de estar al frente de este organismo que hasta hoy no ha tenido un impacto importante en la sociedad sonorense.
La violación a los derechos humanos es una práctica común en la entidad, y eso lo sabe cualquier ciudadano que haya debido enfrentar a las autoridades de todo tipo.
Por su deficiente trabajo el flamante ombudsman sonorense mantendrá en el 2016 su privilegiado sueldo, que rebasa los cien mil pesos mensuales, así como prestaciones tan elevadas como las que reciben todos los miembros de la dorada clase política sonorense.
En total la CEDH sonorense recibirá un presupuesto de 30 mdp, cantidad que alcanza no sólo para mantener el generoso sueldo de Ramírez sino también a la abundante burocracia que lo acompaña en este nicho de la prosperidad.
