Desde el año pasado han muerto en Cajeme cuando menos tres personas que se encontraban detenidas por elementos policiacos y hasta el momento no hay detenidos ni una explicación satisfactoria sobre estos desenlaces que ponen en tela de duda el proceder de las corporaciones de seguridad pública y a la misma Comisión Estatal de Derechos Humanos.
El caso más conocido fue el de Lorenzo García Beltrán, un sexagenario detenido el 19 de agosto de 2014 por policías municipales en su humilde casa de la colonia Beltrones, de donde lo sacaron a golpes y ante la indignación de la familia y los vecinos que lo conocían como un hombre honrado y pacífico.
Apenas unas horas después de ser detenido, Lorenzo falleció en el edificio de Seguridad Pública (calle 300) a causa de un golpe que recibió en la boca provocándole una hemorragia que lo asfixió al fluir la sangre hacia la garganta.
El golpe le había tumbado un diente y por increíble que parezca los policías argumentaron que el impacto sobrevino al caer Lorenzo al suelo, como si se hubiera tirado él mismo con la boca por delante.
La versión fue desechada por la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH), pero las autoridades judiciales realizaron un largo proceso en espera de que el caso quedara olvidado, y cuando consideraron que ese momento había llegado declararon inocentes a los policías, cuyo único "castigo" fue asignarle un trabajo administrativo.
Eso ocurrió hace ya varios meses, y a pesar de la insistencia de los reporteros cuando se buscaba información sobre el proceso, la CEDH respondía con evasivas y al final prometía que cuando tuviera los resultados de la investigación judicial los daría a conocer. Esto nunca ocurrió. Los policías fueron exonerados y la CEDH guardó silencio.
"Nosotros (la CEDH) no somos autoridad judicial, sólo hacemos recomendaciones", justifica Mario Rios, visitador de este organismo en Cd. Obregón.
Al plantearle por qué no se dio a conocer la exoneración de los policías cuando esto ocurrió, Ríos sólo dice: "Se nos olvidó informar".
Otro caso envuelto en dudas fue el de Eleazar Matuz Sosa, de 30 años de edad y quien falleció el 9 de diciembre de 2014 en la Clínica del IMSS ubicada en calle 300 y Jalisco, a un costado del edificio de Seguridad Públlica, donde se encontraba detenido.
El caso inicialmente ocasionó una diferencia entre las corporaciones de la policía estatal y la municipal; ésta argumentó que Matuz había sido recibido con fuertes golpes propiciados al parecer por los elementos estatales que lo detuvieron. Los estatales alegaban que ellos lo habían entregado con vida, y por su propio pie ingresó a celdas.
Para justificar la muerte se dijo además que Matuz llevaba globos de droga sintética en el estómago, tragadas al ser detenido, pero esta versión fue desechada por el médico forense que lo examinó.
La investigación determinó finalmente que Matuz había perdido la vida no por golpes recibidos sino por lo deteriorado de su salud.
Mario Ríos expone la versión dada por la Procuraduría y aceptada sin más por la CEDH:
"Tenía pólipos en el corazón y un estado de salud debilitado; en ese estado, según el médico legista, la situación estresante que vivió al ser detenido le provocó un infarto".
La CEDH no dio a conocer esta conclusión, pese a la insistencia de la prensa y de la mayor transparencia que exige la sociedad en los asuntos de derechos humanos. Pero sobre todo, a pesar de los discursos melosos del comisionado estatal de CEDH, Arturo Ramírez, cuando invita a los ciudadanos a hacer valer sus derechos.
Otro caso envuelto en dudas es el de Ricardo Alán Ruiz Cantú quien falleció el 30 de julio de 2015 cuando se encontraba detenido en las celdas de Produdaduria General de Justicia en el Estado ubicadas en calle Jalisco y Yaqui en Cd. Obregón.
A los familiares les informaron que el joven murió de un infarto, sin embargo no acpetaron la versión de agente del Ministerio Público Cristian Carlos Espinoza Duarte del Sector 1.
El caso se diluyó en declaraciones de todo tipo, y como en los dos anteriores, no hubo un culpable, ni siquiera un "presunto", sólo fue la muerte de un joven por infarto, ¿también por el exceso de estrés al que fue sometido?
Tampco en este caso la CEDH sirvió para algo más que declaraciones vagas y de nuevo la aclaración de que a este organismo sólo le corresponde hacer recomendaciones a petición de las víctmas o sus familiares.