Entre las llamas que empezaban a envolver al camión de pasajeros y los gritos angustiosos de los atrapados en el interior, José Clemente alcanzó a escapar por la ventanilla del techo.
Fue rápido, tanto que Clemente apenas alcanza a recordar lo que sucedió en ese momento.
"Yo iba dormido cuando de repente sentí el golpe, ya que el camión se había volteado".
Aún no se daba cuenta de lo ocurrido cuando un amigo le urgió a salir.
"Vámonos, vámonos", gritaba el amigo. Por las ventanas era imposible salir, estaban cerradas herméticamente y la única abierta era la del techo. Con la ayuda del amigo, desorientado por el golpe y haciendo un gran esfuerzo Clemente logró salir, el rostro sangrando pero con la vida a salvo mientras en el interior del camión los cuerpos atrapados empezaban a consumirse en el fuego.
Ahora Clemente está en el Hospital General de Obregón. Espera salir pronto de aquí para llegar a Sonoyta, donde trabaja, o regresar a Culiacán, donde tomo el camión apenas ayer.
Él es uno de los afortunados pues le curaron las heridas del rostro y los médicos lo dieron de alta, mientras otros heridos permanecen encamados, algunos más graves que otros.
En la sala del Hospital, el procurador de Justicia de Sinaloa y el abogado de la empresa propietaria del camión, Autotransportes Sinaloa Tours, aguardan la llegada del representante de la empresa aseguradora, la Qualitas.
"Cada pasajero tiene un seguro de aproximadamente 214 mil pesos que les serán entregados a ellos o a los familiares de quienes perdieron la vida", comenta el abogado.
Alrededor de las camas y entre los heridos, los fotógrafos de la prensa hacen su trabajo.
