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Promovido como uno de los programas más importantes de la presente administración municipal, el ordenamiento del centro no ha pasado de las buenas intenciones que se expresaron durante su presentación oficial.
La realidad ha tenido más peso que los objetivos fundamentales de este ordenamiento, y son los grupos de presión política y económica quienes han detenido este programa.
Dichos grupos pertenecen a la estructura orgánica del PRI -están adheridos a la CTM y CNOP- o son los propios comerciantes del centro de la ciudad.
En un promedio de 240 puestos de venta en las calles aledañas al Mercajeme, denominados "ambulantes", la mitad son manejados por dirigentes priistas y la otra mitad son extensiones de los negocios establecidos en esa área.
Unos y otros han creado en el centro de la ciudad verdaderas vendimias al aire libre, en las banquetas e incluso en las calles, vendimias que además de impedir el tráfico normal de los transeúntes le dan al entorno urbano un rostro de subdesarrollo, desorden y suciedad.
Para recuperar la normalidad del centro de la ciudad, el gobierno municipal que encabeza Rogelio Díaz Brown lanzó el programa de ordenamiento de esta área y para su ejecución lo puso en manos del Instituto Municipal de Planeación.
Se integró incluso un consejo municipal con funcionarios municipales, comerciantes del área, directores de cámara y dirigentes de vendedores ambulantes.
El objetivo, se dijo, era ordenar las actividades comerciales, de manera especial la que realizan los "ambulantes", atender aspectos básicos como la limpieza, recolección de basura, regularización de la publicidad en la vía pública, entre otros.
Estaba claro que todo debería iniciar por la regulación del comercio callejero.
Y como acción inicial la Dirección de Inspección y Vigilancia se dio a la tarea de regular los puestos callejeros obligándolos mediante advertencias y sanciones a que cumplieran con las normas municipales que regulan estas actividades.
Pero hasta ahora nada ha cambiado, y parece que no habrá de cambiar en el futuro.
Ante cualquier medida que adopta la autoridad, surgen las presiones de dirigentes priistas o de los propios comerciantes afiliados a Canaco que reclaman "su derecho" a invadir la vía pública, sin el menor respeto a las normas y leyes que deberían regir la convivencia ciudadana.
Así, sin dar el primer paso, el más importante, que es la puesta en orden de los venededores callejeros, el programa integral del ordenamiento del centro de la ciudad se ha quedado estancado.
