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De nuevo, la tecnología es la reina del Buen Fin.
Y también de nuevo, los más beneficiados son los consumidores de clase media hacia arriba, mientras que los de abajo se tienen que conformar con las "ofertas" dudosas.
La tecnología define patrones de consumo entre la gente con cierto poder adquisitivo y empleados que recibieron un adelanto de aguinaldo, también para los que cuentan con la tarjeta de crédito y el poder de su firma.
En los grandes almacenes, en Sams, Walmart, Fábricas de Francia y otras franquicias, las pantallas planas LCD y OLCD acaparan el interés de los clientes, y enseguida los teléfonos celulares de última generación, las tablets, las computadoras laptops.
En los negocios de Plaza Tutuli, la ropa para invierno también registra ventas altas, y abundan las mujeres en busca de accesorios, perfumes, calzado fino... La fiesta del consumo en su esplendor, un mes antes de las compras navideñas.
Y mientras unos aprovechan los descuentos en las franquicias, otros apenas pueden presumir de sus compras en los comercios más modestos del centro de la ciudad y en Mercajeme.
Acá la felicidad del consumidor no es tan expresiva.
"Sólo rebajaron la ropa de verano que no vendieron", se queja una mujer.
Y su compañera repite una frase ya común: "A los mejores productos parece que les subieron el precio pues al final ya con descuento no se ve que sean una ganga, no parecen ofertas".
"Es lo mismo de siempre, descuentos como los que ofrecen todo el año", resume una mujer decepcionada antes de subir al camión.
