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Las reacciones públicas por el asesinato de Ernesto Cornejo Valenzuela evidencian el grado de perversión que la política ha impuesto a la vida pública en nuestra región.
Mientras unos se han afanado en orientar las sospechas hacia los enemigos políticos que tuvo en vida el exalcalde de Benito Juárez, otros pretenden disminiuir la importancia del acontecimiento insinuando que la víctima fue responsable de su trágico final.
En medios periodísticos se deslizó la versión proclamada por Cornejo Valenzuela sobre quién o quiénes deberían ser los culpables en caso de que algo le ocurriera a él, como finalmente le ocurrió.
La versión, que puede tener un dudoso valor como hipótesis, se ha lanzado a los cuatro vientos como una sospecha irreductible, casi como una línea de investigación judicial.
Pero si los aliados de Cornejo quieren cobrar cuentas a los enemigos de éste, también del otro lado hay quienes se empeñan en denigrar a la víctima mencionando los problemas legales que tuvo hace años y por los cuales estuvo una temporada en prisión.
Quienes traen a colación este episodio no mencionan por cierto que Cornejo fue en cierta forma un preso político, como otros que sufrieron cárcel y persecusión en el sexenio anterior.
Pero quien sin duda lleva la delantera por el grado de cinismo en sus declaraciones es el secretario del Ayuntamiento de Benito Juárez, Ricardo Aragón Valenzuela, quien después del asesinato afirmó:
"Benito Juárez es un municipio tranquilo",
Y al cuestionársele dónde estaban los policías municipales cuando ocurrió el atentado contra Cornejo, por qué no se detuvo a nadie, comentó que seguramente los agentes estaban haciendo rondines "en las afueras del lugar o en comunidades rurales".
Como sucede con los políticos asesinados, la muerte de Cornejo sin duda seguirá siendo un tema de ambiciones políticas, y poco a poco se irá perdiendo en la trama de conspiraciones inventadas porque difícilmente se detendrá a los autores intelectuales.
Y si algún día se detiene a alguien a quien le atribuyan esa autoría, seguramente nadie lo va a creer.
