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Ayer fue Bolivia y ahora Egipto los casos en que se demuestra que cuando la gente se une en contra de las malas decisiones de sus gobernantes no hay poder humano que los sostenga por la mala senda en que habían venido dirigiendo sus respectivos países.
En el primero de los casos, el pueblo salió a las calles a manifestarse y terminó con las insanas intenciones de don Morales de imponer un excesivo aumento a las gasolinas.
Curiosamente y solo como referencia, que conste, aquí en México el senador Beltrones insistía ayer sobre la necesidad de una reforma hacendaria de fondo para acabar no con uno, sino con una serie de gasolinazos que nos estallaron, mes a mes, durante el año anterior y que continúan hasta estos días sin que nadie haga nada por detenerlos.
En Egipto, como ya es de todo mundo conocido, a los árabes les bastaron 18 días de intensas protestas consecutivas para acabar con 30 años de mal gobierno. Sin descontar, por supuesto, la gracia y el empujón de nuestros vecinos del norte sin cuya ayuda definitivamente no hubiera sido posible el cambio que hasta estos momentos siguen festejando por aquellas tierras allende el mar Rojo.
La semana anterior, sin duda, fue una de las más intensas a nivel mundial, nacional y regional por la serie de acontecimientos ocurridos y que, en algunos de los casos, lograron estremecer al globo y algunos cientos de conciencias. Los egipcios, como ya decíamos, se encapricharon en echar del poder a quien por 30 años los había gobernado y nos dieron al mundo la gran lección de convertirse en la primera revolución del siglo en la que sin disparar un solo tiro se pudo acabar con el tirano.
Aquí en México, en tanto, además de los saldos rojos que nos ofrece un día si y otro también la guerra que se libra en contra del crimen organizado los mexicanos fuimos testigos de que en cuestiones de libertad de expresión seguimos en pelotas, ya no en pañales y basta que el dedo presidencial apunte para dejar sin chamba al comunicador que ose señalarlos tan solo con el pensamiento. Fue el caso de la conductora Carmen Aristegui quien se atrevió a preguntar si al Presidente le gustaba el presidente.
Finalmente, pese a su despido, tanto la Aristegui como el diputado Fernández Noroña que inicio el affaire al exhibir la manta en la que daba cuenta -según él- de los alcoholes presidenciales, se impusieron por conseguir que el asunto cobrara interés público luego de la respuesta ofrecida por los asesores de don Felipe en donde reseñan, una a una las actividades del michoacano desde que brinca de la cama hasta que se despide de Topo Gigio y que a fin de cuentas demuestra, de paso, que si bien don Felipe no sufre el mal de Empédocles sí acusa un fuerte mal de intolerancia.
Tan fácil que habría resultado dejar la pelota en la cancha de MVS y de la misma conductora y dejar que empresa y periodista aclararan la duda que ellos mismos habían generado. En estos momentos, la víctima sería don Felipe y la credibilidad y el rating de la periodista sencillamente estaría en entredicho con lo que se da por sentado que al presidente le faltan asesores. Lo demuestra el pésimo manejo del asunto en referencia que los exhibe como perfectos intolerantes a la más leve crítica periodística y proclives a pestilentes maridajes entre gobernantes y empresarios afines a su mandato.
Pero no terminan ahí los deslices del caso Aristegui. El asunto dio para más y hasta para exhibir a los chayoteros de conciencia ( no creo que se atrevan a más ) en que se convirtieron a nivel nacional los “colegas” de doña Carmen: Joaquín López Dóriga, Ciro Gómez Leyva ( Ciro comes m…dice la raza al borde del encaboramiento), Adela Micha y Denis Maerker quienes días después del cese de la Aristegui protagonizaron una auténtica cena de negros a todo color y a nivel nacional por el canal de las estrellas, comandados, por el cerebral Leopoldo Gómez, el vicepresidente de noticias de Televisa.
No se vale. Reducidos a su papel de corifeos se dedicaron a hacer leña del árbol caído y a enderezar todo tipo de ridículas acusaciones y cuestionamientos como el que hizo directamente López Dóriga al cuestionar, como cualquier aprendiz de periodismo si cabía o no preguntar ante las cámaras si la señora Aristegui podía o no lanzar al aire la pregunta que todavía siguen sin responder en presidencia: -- “¿Tiene o no problemas de alcoholismo el presidente de la República?”. La frase se retransmitió a lo largo del día en los anuncios promocionales del noticiario de Aristegui.
Por supuesto que se vale. Profesional y periodísticamente, ¡claro que se vale!. La manta no hacía alusión al jardinero de los Pinos y la exhibida, el cuestionamiento que hacía Gerardo Fernández Noroña no se daba en las calles de la Bondojo sino en el recinto oficial en que reside el Poder Ejecutivo de la Nación. Y no se estaba manejando el caso Kalimba, sino del mismo presidente de la República.
Por cierto, ¿si fue válido, si fue profesional el que Carlos Loret de Mola acribillara a Kalimba con el sonsonete de ¿Sí la violaste? ¿Te acostaste con ella? ¿Tuviste relaciones sexuales con la chica?. Con una sola vez hubiera bastado porque sí es válido hacer ese tipo de preguntas al entrevistado como es también su derecho contestarlas o no.
FIERRITOS EN LA LUMBRE
Y en más de novatadas, el que insiste en seguirla regando es el titular del Sistema Penitenciario en Sonora, Ricardo Ornelas Saavedra el que, a falta de oficio en la materia se sigue rodeando de personas de muy poca confiabilidad como son los casos de Martín Córdova a quien vimos operando en el extinto GOES y quien, por lo que se ve es quien mueve las piezas en nombre de Ornelas quien está resultando una perfecta marioneta del primero y quien, como botón de muestra, ya designó a sus compinches, Roberto Tapia, en Cajeme y a Erasmo Montiel en Nogales, lo mismo que los recién designados Oscar Antillón y Librado Castra Bravo y de cuyas negras hojas de servicio nos llevaría por lo menos unas diez cuartillas, mismas que ya están manos del segundo más importante despacho de Palacio de Gobierno para su ratificación o no del cargo.
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