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Ni la muerte ni multitudes le eran extrañas

Francisco González Bolón
Martes 29 de Junio de 2010
 

A Sergio Vega Cuamea ni la muerte ni las multitudes le eran extrañas.

Con ambas ha convivido y por eso este lunes sin inmutarse se despedía de su gente que llegó a saludarlo.

La jornada fue ardua. Desde las 5:00 horas, “El Shaka” partió de Esperanza a Hornos, su tierra natal, para ser velado en aquellos lugares que desde niño tanto amó.

La casa de sus padres, su propia vivienda no le fueron ajenas este día en que por última ocasión habría de verlas.

Tampoco dejaría de escuchar la voz y compañerismo de quienes lo vieron crecer.

El señor de la tienda o el compañero de escuela ahí estuvieron para decirle que lo habrán de extrañar, pero que mantendrán su música en sus casas y sus corazones pues finalmente es uno de ellos.

“Gracias amor por aquellas veces que me hiciste feliz”, parecía decir el ganador de premios Billboard y que el sábado pasado fuera asesinado en las carreteras de Sinaloa.

Siempre bien acompañado de mucha gente, con su música por todos lados, en las casas o en los automóviles, la despedida no pasaba desapercibida.


Muchos le siguen

Al medio día, en el Centro de Usos Múltiples de Obregón, los cajemenses también llegaron al por mayor.

Como cuando le hicieron romper récord de asistencia, hará cosa de un mes, por el rumbo de la Expo Obregón.

Los chicos, los grandes, los hombres, las damas jóvenes y las no tan jóvenes.

Muchos con lágrimas en los ojos se conformaron con tocar o pasar frente al ataúd con el cuerpo del malogrado artista.

Ahí, los padres, sus hermanos, su representante, sus amigos y sus admiradores a una sola voz con la banda La Carbonera entonaron una a una las canciones preferidas del “Shaka”, que esta vez prefirió oírlas y no cantarlas.

“Cuando el sol salga al revés”, “30 años”, “Dueño de ti”, La número 20”, “Quién es usted” y “Necesito dueña”, entre muchas otras canciones se escucharon.


Convivió con la muerte

Alguien recordaba que escucharlas de la multitud no era extraño para el artista que alguna vez confesó haber regresado de la muerte luego de un “viaje” por drogas, de las que se alejó por completo.

Por acá su hermano Carlos prefiere pensar en que al “Shaka” le llegó la rayita de su destino, sin más, para seguir la vida y que la gente prefiera recordarlo como el gran artista.

Por allá, su representante, Ana Laura Gómez, pide no entrar en el terreno de las especulación es sino que fue un accidente, doloroso, pero alejado de cualquier conexión con enemigos de cualquier tipo.

Ya por la tarde-noche, el camino entre Esperanza y Hornos se inundaría nuevamente de gente, de automóviles, cuyos conductores mostraban prisa en ocasiones por intentar ver el sepelio de su artista.

Las lágrimas de sus seguidores, de sus familiares, de sus amigos, atemperadas por la música, de cualquier modo ponían la carne de gallina en el cementerio de Esperanza.
Y ahí estuvieron de nuevo las multitudes para despedirlos.

Acostumbrado, como estaba, a estar rodeado de mucha gente, así se despidió “El Shaka”, siempre bien acompañado de quienes en vida lo quisieron y en su muerte lo recordarán por siempre.

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