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Y la vida se esfuma de la laguna del Náinari.
Conforme el agua camina hacia el canal Bajo, la mayoría de las aves emprenden el vuelo.
Las tortugas caminan hacia donde pueden mientras que algunas son rescatadas por bomberos o por quienes acuden al lugar.
Eso sí, cientos de peces que no alcanzaron el viaje hacia el canal mueren en el vaso de la laguna y el hedor ya los delata.
Los trabajadores del lugar afirman que esperan los últimos desagües para que el sol haga su labor desinfectante y, sobre todo, de secado.
Sólo de esa manera podrá entrar la maquinaria que hará el desazolve y limpieza, aseguran, pues el piso se ve seco por fuera pero abajo hay mucha humedad y lodo.
Pocas veces se había visto así a la laguna. Uno de los trabajadores recuerda que durante el gobierno de Jesús Félix Holguín, entre 1988 y 1991, también se desazolvó el lago.
Pero en esa ocasión, refiere, fue por partes pues se buscaba preservar la vida de los animalitos que ahí anidan.
Hoy, sin agua, la laguna no es la laguna. La novia de los cajemenses aparece desmaquillada, agrietada pero, eso sí, casi lista para recibir un tratamiento de rejuvenecimiento.
Será de ese modo como habrá de recobrar la vida. Y, entonces, los pájaros regresarán a su santuario, los peces volverán a respirar y las tortugas a nadar.
Entonces, volverá a ser la laguna del Náinari.
