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Droga y medios

Sergio Sarmiento
Sábado 28 de Marzo de 2009
 

México pone los muertos; Estados Unidos, las armas, los consumidores y el lavado de dinero. Ese parece ser el injusto arreglo en un esfuerzo que no ha ofrecido la colaboración de los dos lados que podría permitir algún resultado positivo.
La relación entre los dos vecinos distantes, Estados Unidos y México, se ha vuelto, una vez más, incómoda después de que una serie de funcionarios del nuevo gobierno de Barack Obama han desfilado ante distintas comisiones del Congreso y han cuestionado el esfuerzo de México en la lucha contra el narco.

La exasperación del presidente mexicano Felipe Calderón y de sus principales colaboradores ha ido en aumento. Primero hubo molestia con un documento de inteligencia que calificaba a México como un Estado fallido.
Después hubo reacciones ante las declaraciones de funcionarios que señalaban que hay partes del territorio mexicano que el gobierno nacional no controla.
El presidente estalló finalmente ante la decisión de la revista Forbes, que año con año compila una lista de los multimillonarios más importantes del mundo, de ubicar a Joaquín El Chapo Guzmán en el lugar 701 de 790 con una fortuna calculada en mil millones de dólares.

Esto, según el mandatario mexicano, constituye una apología del delito, lo cual, recordó, está penado en México.
Forbes no es, por supuesto, un organismo del gobierno de Estados Unidos; no es, siquiera, una publicación que tenga cercanía con el Partido Democrático del que procede el actual presidente Obama.
No tiene caso que el Presidente de México u otros funcionarios se quejen de sus artículos, como si fueran una expresión de la política oficial de Washington. Forbes no cometió ningún delito ni ninguna transgresión ética en su intento por discernir el dinero acumulado por el Chapo.
Si acaso es culpable de mal periodismo, ya que en su nota no ofrece datos sólidos, sino simple especulación, sobre la fortuna de un hombre que no tiene propiedades, acciones o cuentas bancarias a su nombre.

El problema es que cada vez ha sido mayor la impaciencia de los funcionarios mexicanos contra los medios de comunicación de México y del extranjero.
A todos los acusan de hacer apologías del delito por el hecho, por ejemplo, de presentar información sobre las ejecuciones que se han vuelto una ocurrencia cotidiana en muchas regiones del país.
En este sentido tiene razón Steve Forbes, director editorial de la revista homónima, cuando pide: “No maten al mensajero”. son los medios los que han creado el problema del narcotráfico. No son los periodistas quienes han provocado las más de ocho mil ejecuciones del actual sexenio.
Los medios no pueden tratar de ocultar la realidad sin traicionar su responsabilidad fundamental.


Claro que hay que colocar las cosas en contexto.
Los estadounidenses deben entender que los mexicanos hemos pagado un precio muy alto, sobre todo de violencia, en el esfuerzo por detener un mal que agobia principalmente a la sociedad estadounidense.
Pero una cosa es reconocer esta realidad; y otra muy distinta, ser calificado de apologista del delito por cumplir con la obligación de informar.

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