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Pega crisis a Puerto Peñasco

Sandra Romandía
Domingo 11 de Enero de 2009
 
Puerto Peñasco.- Afuera de un supermercado, un viernes, Rubén Obeso, de 33 años, acecha desde su taxi a los clientes que salen. Espera recargado en su auto que alguna señora que fue de compras se acerque para solicitar sus servicios. “Esto tenemos que hacer para ganar dinero, ya nada es como antes”, dice.

Ese antes fue el periodo de gloria que vivieron los habitantes de un pueblo pesquero que por un momento pasó a ser un importante polo de inversiones en el noroeste del país.

Ésta es la historia de una playa ubicada en la costa sonorense del Mar de Cortés, que parece tener una maldición. En 14 años es la segunda vez que el resort ha sido impulsado por el gobierno para su despegue y justo cuando los astros parecen alinearse, la crisis tumba sus castillos de arena. Los extremos apuntan su historia. Un día de 2004, los corredores inmobiliarios consiguieron vender 30 millones de dólares (mdd) en sólo siete horas. Y en 2008, no se ha pasado de un puñado de condominios facturados.

La crisis llegó aquí desde finales de 2007. El sueño de abundancia, prosperidad, progreso y auge se diluye en los números rojos que arrojan los reportes del cierre de este año.

Dos proyectos políticos
La idea de hacer turismo en un lugar pesquero nació en 1992 –recuerda Germán Uribe, entonces secretario de Turismo–, cuando el ex gobernador de Sonora Manlio Fabio Beltrones tomó el proyecto de empujar Peñasco y demostrar que se pueden hacer negocios y lograr progreso con acciones de gobierno de la mano con la inversión privada.

¿Cómo un pueblo pesquero y polvoriento de menos de 20,000 habitantes pudo llegar a ser un negocio de millones de dólares? Y ¿por qué no? Contestan empresarios, funcionarios y ex funcionarios. Si Cancún fue una ciudad que surgió de la selva elegida por computadora y se convirtió en la capital del turismo internacional, Peñasco podía ambicionar más. La idea, desde el principio, fue aprovechar la cercanía de Rocky Point, como se le conoce comercialmente en EU, con la frontera. Sería la playa de los gringos de Arizona.

Una mañana de 1993, el gobierno estatal convocó a hoteleros nacionales, un par que ya operaba allí y otros personajes del turismo para un anuncio.

Según José Muñoz, precursor de los hoteleros en el puerto, Beltrones les dijo en el hotel Señorial: “Empieza una nueva etapa para Puerto Peñasco (…) se iniciará la construcción de Plaza Las Glorias con 200 habitaciones e igual número de condominios; impulsaremos el turismo para que mejore la calidad de vida de los peñasquenses”.

Muñoz dice que algunos de los presentes celebraron, otros se mostraron incrédulos. Les parecía difícil aceptar que después de años de miseria derivada de la quiebra de las cooperativas pesqueras se reactivara la economía con una apuesta en el ramo turístico.

Entonces, de Sonora, salían más de 3,000 toneladas de producción acuícola y Puerto Peñasco era un productor importante en la cadena, con 120 barcos. Pero la mayoría dejó de operar entre 1988 y 1990. El sector pesquero representaba 1.1% del pib estatal, porcentaje que ahora se duplicó.

El turismo prometía mejorar la situación y el puerto ofrecía características de un destino de tentación: arenas blancas, aguas mansas todo el año, zonas propicias para el buceo y la pesca y su cercanía con la reserva de la biósfera El Pinacate. La poca distancia de una Arizona sin playas era el gancho perfecto.

Así se dio luz verde a grandes obras. Un estudio de la Secretaría de Turismo federal dice que, entre 1993 y 1994, se invirtieron más de 2,000 millones de pesos en infraestructura carretera. Se regularizó la tenencia de la tierra y el aeropuerto, que era privado y al que sólo llegaban unas avionetas al mes, se amplió y equipó para recibir vuelos comerciales. Rocky Point se declaró zona fronteriza.

“Beltrones inyectó ¿cómo le diré?… oro, dinamismo y dinero; consiguió precios módicos para quienes quisieron construir y comenzó a irnos bien”, relata Muñoz.

En 1993 llegó al puerto desértico el grupo empresarial Sidek-Situr e invirtió 15 mdd en construir lo que sería el primer gran proyecto inmobiliario: Plaza Las Glorias, un desarrollo de hotel y condominios frente al mar.

Con 20% de construcción, el proyecto ya se había vendido en 90%. Luego emergieron restaurantes, supermercados y bares. En ese año también se planeó el desarrollo de Mayan Palace, un complejo situado a 40 kilómetros del pueblo con condominios, hotel, campo de golf y otros atractivos.

También se planeaba desarrollar toda el área de Sandy Beach, ubicada al norte del municipio, cuyos dueños son la familia Brown.

Reyel Taylor, director general del grupo, recuerda que el proyecto era vender y desarrollar las más de 2,000 hectáreas de esa zona de playa.

Al año siguiente, las cosas no fueron tan fáciles. Entre 1994 y 1995, el error de diciembre afectó el proyecto general de Puerto Peñasco, que, en aquella época, era como un niño que aprendía a caminar.

“La crisis pegó duro, no quedó nada. Los capitales mexicanos estaban en condiciones adversas y el desarrollo del puerto se detuvo. En ese entonces, los visitantes no pasaban de 300,000 al año”, señala Óscar Palacio Soto, presidente de la Oficina de Convenciones y Visitantes.

Así, el progreso del destino turístico se paralizó hasta 1999, cuando con la construcción de los condominios Princesa poco a poco se reactivaron las inversiones.
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