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Miércoles 1 de May de 2024
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¡Mujeres al poder!

Paulina Modiano / Reuters
Martes 06 de Novimiebre de 2007
 
¡Mujeres al poder!, parece ser la consigna política de moda por estos días.
Porque el aplastante triunfo de Cristina Fernández de Kirchner en los comicios presidenciales de Argentina marca un hito, no sólo por ser la primera mandataria electa en ese país, sino porque se transformará en la segunda mujer que llega al poder en Sudamérica en menos de dos años.

Su antecesora, la presidenta chilena, Michelle Bachelet, logró la proeza tras una reñida segunda vuelta en enero del 2006, causando algarabía entre quienes pensaban que de ahí en adelante la cima estaría al alcance de muchas mujeres, en una región con una fuerte tutela masculina en casi todas sus instituciones.

Sin embargo, la realidad mostró que la presencia de las mujeres en cargos políticos en Latinoamérica sigue siendo extremadamente baja, pese a que representan a la mayoría de su población y, por ende, a la principal masa votante.

Estudios internacionales recientes revelaron que las mujeres en Latinoamérica ocupan sólo un 18,6 por ciento de los escaños en los parlamentos.

Ese porcentaje contrasta fuertemente con el nivel de participación de las mujeres en las asambleas legislativas de, por ejemplo, los países nórdicos, donde llega a un 40,8 por ciento, según informes internacionales.

Una alternativa que han adoptado algunos países de la región, en total 12, para elevar la representatividad parlamentaria femenina es el establecimiento de leyes de cuotas, que imponen obligatoriamente un número escaños para mujeres.

Pero, esa opción ha sido rechazada en otras naciones.

Forzosa igualdad
En cargos gubernamentales, la situación no es muy distinta, pese a intentos, a veces forzados, de abrir más espacios para las mujeres.

De hecho, la presidenta chilena inició su mandato con un gabinete que denominó "paritario", es decir, con igual número de ministros y ministras.

Pero, con el correr del tiempo, la necesidad de hacer cambios en su equipo de Gobierno y de mantener un delicado equilibrio entre los partidos de la coalición de centroizquierda que la apoya echó por tierra el esquema de la paridad.

En el caso de Fernández, que en otro hecho inusual sucederá a su propio marido, Néstor Kirchner, no hay demasiadas luces sobre una intención de abrir más espacio a la participación femenina.

A diferencia de Bachelet, que en su programa de gobierno sí presentaba propuestas orientadas a buscar una mayor igualdad de "género", Fernández no ha hecho mayores alusiones al tema.

Oscuro pasado
Historiadores, sociólogos y antropólogos han enarbolado distintas teorías para justificar la disparidad entre hombres y mujeres para asumir cargos de poder en América Latina. Algunas tesis van tan atrás como a la conquista del continente, que habría impuesto los cánones de una sociedad occidental, predominantemente católica, donde el rol de la mujer estaba limitado prácticamente al hogar y la maternidad.

Demasiado tiempo ha transcurrido desde entonces y la realidad social y económica de la región ha cambiado drásticamente.

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la tasa de participación de las mujeres en el mercado laboral creció a un 52,4 por ciento en el 2006, desde un 39 por ciento en 1990.

Pero, todo ello no ha tenido necesariamente una correlación en un mejoramiento del estatus de la mujer latinoamericana, que sigue sufriendo discriminaciones tan básicas como recibir un salario inferior al de un hombre por ocupar un mismo puesto de trabajo.

¿Basta entonces con que una mujer asuma la presidencia de una nación para dar un salto hacia una sociedad más igualitaria?

Todo parece indicar que no, si ello no va a acompañado de políticas específicas tendientes a buscar un mayor equilibrio entre las oportunidades que se abren para uno u otro género.
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