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Aumentan en verano las víctimas de animales venenosos

Sergio Anaya
Lunes 07 de Mayo de 2007
 
Una mancha en el rostro y los síntomas de una alta fiebre en su hijo, alarmaron a la joven mujer de la colonia Libertad. Sin pensarlo dos veces tomó en sus brazos al niño de tres años y buscó apoyo entre los vecinos para trasladarlo al Seguro Social.
En el área de Urgencias, los médicos revisaron los síntomas y establecieron su diagnóstico: el niño había sido picado por una viuda negra y su estado era de gravedad.
En las siguientes horas trataron de recuperar al paciente pero fue inútil. El veneno ya había invadido toda la sangre y los tejidos del niño, que murió al día siguiente.

Aunque la gran mayoría de las personas picadas por animales venenosos son curadas a través de faboterapia, en este caso hubo circunstancias adversas que propiciaron el desenlace fatal.
El niño había sido mordido durante la noche y su madre se dio cuenta en la mañana del día siguiente. Además la picada fue en el rostro, a un lado del ojo izquierdo.
Ambas circunstancias son las más peligrosas, comenta el doctor Arturo Segura Gortarez, internista del Hospital General de Ciudad Obregón.
Mientras más horas transcurran después de la picada o mordida, el veneno penetra más en la sangre y los tejidos, lo que hace muy difícil la recuperación del paciente.
Además la picada fue en la cara y el veneno, que es neurotóxico, atacó directamente el sistema neuromotor de la criatura. Dichos agravantes impidieron curar al niño.
La mayoría de los pacientes que fallecen por picadura o mordida venenosa son niños menores de seis años y ancianos mayores de 65, pues en esas etapas el organismo no tiene muchas defensas, explica el doctor Segura Gortarez.

Los más comunes
Los principales casos que llegan al Hospital General o al IMSS en esta ciudad se deben a picadas de alacrán, viuda negra, araña violín y víbora de cascabel, afirma el especialista.
De ellas, agrega, la de viuda negra es sin duda la más peligrosa y la más difícil de detectar. Su índice de mortalidad es de uno en cada 200 casos, y generalmente son niños o ancianos.
Sin embargo las estadísticas dicen que en México mueren más personas por picada de alacrán, 1300 cada año, 400 por víboras y 100 por viuda negra, aunque también hay muchas muertes que se deben a estas causas pero no son registradas como tales, comenta Segura.
Para evitar un desenlace fatal es muy importante detectar el tipo de animal que atacado al paciente.
De eso dependerá que se le aplique el suero indicado (faboterapia) y de manera oportuna, porque hay un tipo de suero para cada clase de veneno.
Si es posible, capturar al animal y llevarlo a los médicos porque incluso se suele confundir a una araña violín con una viuda negra.
Los síntomas
Si no se encuentra al animal, debe reconocerse los síntomas.
Cuando un niño ha sido picado por un alacrán, manifiesta mucha inquietud, mueve la cabeza constantemente, los ojos van de un lado a otro y es común que diga que siente “pelos en la garganta”.
Los que son picados por viuda negra manifiestan fiebre, irritabilidad, dolor en el abdomen, que se pone duro y puede ser confundido con síntoma de peritonitis, también duele la espalda, sube la presión arterial y el paciente “salivea” o “lagrimea”.
La picada de araña violín deja un punto negro y si no se atiende ese punto va creciendo.
“Lo que sucede es que el veneno necrosa (mata) los tejidos y se extiende si no se aplica el contraveneno de manera oportuna”, explica el especialista.
Hay casos de personas que se atienden cuando ya tienen muerta o necrosada una porción importante de los tejidos y de éstos salen gusanos.
La mordedura de víbora, cualquiera que sea, es fácil de detectar por el tamaño del animal.

En cualquier lugar
Los animales venenosos pueden estar en cualquier lugar, pero hay sitios más comunes.
En los huecos que hay entre ladrillos, debajo de piedras, del boiler y de los tanques de gas, dentro de los hoyos o rincones de muebles de madera, como closets y mesas, donde hay cacharros acumulados, menciona el especialista.
Por eso, advierte, cuando se va a trasladar un tanque de gas o levantar una piedra, primero debe verse en la parte baja para no correr riesgos.
Aunque en el medio rural son más frecuentes los nidos de víboras, se han hallado algunos en la ciudad, en terrenos baldíos por ejemplo.
El doctor Segura refiere un caso espeluznante que ocurrió en Ciudad Obregón hace varios años.
Una señora que hacía sus comprar en un supermercado fue mordida por una víbora coralillo que estaba escondida entre las verduras. Después de eso hubo cierto pánico entre los clientes de los supermercados hasta que el caso quedó fue olvidado.

Hospital sin antifábicos Al Hospital General llega un promedio de dos personas picadas por animal venenoso cada semana. Esto es más constante durante los meses de calor, cuando la temperatura obliga a los animales a salir de sus escondites.
Pero a pesar de la alta incidencia de los casos y de lo importante de aplicar una terapia oportuna, el Hospital General no cuenta con los sueros antifábicos para atender a las víctimas.
Segura Gortarez explica que esta deficiencia se debe al exceso de burocratismo de las autoridades de Salud en la capital de la República.
Y aunque los sueros tienen un costo promedio de 600 pesos, este precio es considerado demasiado alto por lo que se regatea el envío a las clínicas y hospitales públicos.
A los pacientes se les aplica una terapia tradicional a base de sueros que poco a poco van contrarrestando los efectos del veneno, pero esto puede tardar varias horas. Lo más seguro es acudir al área de Urgencias del IMSS en esta ciudad.
El internista Raúl Rochín Aguirre, director de Urgencias, afirma que esta área si cuenta con sueros antifábicos.
Alacramín, viperidín y aracmín, son los nombres de los compuestos químicos especiales para cada tipo de veneno. Actúan de manera directa y son más efectivos mientras más rápido se atienda a la víctima.
La faboterapia adecuada casi no provoca reacciones secundarias y en una hora el paciente se recupera totalmente, asegura el doctor Rochín.
Él también advierte sobre la importancia de identificar el tipo de animal ponzoñoso y acudir cuanto antes a una clínica.

Los riesgos son muchos, el calor aumenta y los bichos salen de sus escondites. Pero que no cunda el pánico: Una atención oportuna puede evitar complicaciones mayores.
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