Terminaron los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y cada país hace un balance de su actuación.
En México hay malestar por la mediocre o pésima acutación de la delegación que representó al país y que obtuvo apenas cuatro medallas de bronce y el lugar número 85 del medallero
Para vergüenza de todos quedamos muy abajo de países mucho más pequeños y con población 10 ó 20 veces menor que la mexicana.
Como si alguna vez hubiéramos sido potencia deportiva olímpica, surgen y se multiplican los lamentos por esta pésima actuación y se señala a los culpables, en primer lugar, la dirigente de la Comisión Nacional del Deporte, Ana Gabriela Gueva, cuya pésima trayectoria política y burocrática la convierte en el blanco favorito de las críticas.
Otros señalamientos amplían el objetivo y responsabillizan al presidente AMLO y a la 4T, aunque esto ya es lugar común, criticar por cualquier cosa al tabasqueño.
También abundan la frustración por no tener deportistas excepcionales y sobran los argumentos sociales, económicos y políticos que supuestamente serían la causa del fracaso.
Asimismo todavía se asoman los argumentos racistas que ubican a los mexicanos como una raza incapaz de alcanazar grandes logros deportivos.
Argumentos absurdos que impiden reconocer la situación real del desarrollo deportivo a nivel mundial.
Los Olímpicos fueron otra vez dominados ampliamente por los países de siempre, los 12 primeros en el medallero.
Y hubo gratas sorpresas de deportistas excepcionales provenientes de países sin tradición ganadora, como Venezuela, Puerto Rico y Ecuador.
Países que se encuentran sumidos en profundas crisis sociales y económicas, algunos en guerra, tuvieron un mejor desempeño que México.
Qué decir de Cuba, con su tradición deportiva pese al difícil panorma socioeconómico y político que ha vivido durante deécadas pero que hoy se han agudizado.
Hay muchas variables para explicar el éxito deportivo y muchas más para entender el fracaso.
Como dicen los clásicos:
¿Usted qué opina?