Uno jamás debería patear a un hombre caído en desgracia, nunca, aunque nadie puede negar que es muy divertido... especialmente si ese sujeto se llama Aaron y se apellida Hernandez.
Eso es justo lo que me dispongo a hacer, aprovechando que pasará el resto de sus días en prisión y no puede hacerme nada... como leerme, por ejemplo.
Y sabiendo eso me atrevo a llamar idiota a un asesino convicto. Matar a una persona, sin motivo aparente, es un acto que por sí solo puede ser calificado como una idiotez. Hacerlo cuando has llegado a la cima de tu trabajo, lo que te ha redituado en un contrato por 40 millones de dólares, es una idiotez que solo puede ser concebida en la brillante mente de Homero J. Simpson.
Hernández tiro todo a la basura con seis balazos al novio de su cuñada. Pero la verdad es que el tipo venía trabajando de esa forma desde hace rato. No es de a gratis que tenga un juicio pendiente por dos homicidios más, y que sea sospechoso de otros dos tiroteos, incluyendo uno a un amigo, al que le disparó en el ojo, porque no quiso dividir la cuenta del “table”, y otro asesinato cuando estaba en su segundo año en la Universidad de Florida.
Eso es a lo que yo llamo un idiota muy peligroso.
Muchos, pero muchos deportistas y súper estrellas de hoy en día vienen de entornos difíciles, y salieron por medio del deporte para hacer un cambio personal y en la comunidad. El único cambio que hará Hernandez será de pandilla. O a lo mejor se reencuentra con muchos de ellos en las regaderas.
La diferencia es que muchos de ellos se valieron del deporte para dejar atrás a la pandilla. Aaron, por su parte, utilizó el deporte como un escudo, como una pantalla, para mantener su actividad criminal, respaldándose en la premisa de que un deportista no puede ser un homicida. Aaron, quisiera presentarte a O.J. Simpson.
Con 25 años de edad, Aaron Hernandez no solo tiró a la basura un brillante futuro deportivo y no solo desperdició el sueño que millones de niños comparten. Hizo pedazos un cheque por 40 millones de dólares. Cuarenta millones de dólares. ¿Cuántas cervezas se compra con eso? Además, tiene una niña de 3 años a la que no verá crecer y una mansión que jamás volverá a disfrutar.
Si algo puede rescatar Hernandez es que el uniforme naranja resalta sus tatuajes y su mirada vacía. No hay mucho más.
El veredicto del jurado no pudo venir en mejor momento. A un par de semanas del draft, este hecho puede servir como un foco de alarma para los gerentes generales, que entregan millones de dólares a jóvenes con pasado turbulento. Digo puede, porque en teoría debería de ser así, pero todos sabemos que puede más un buen tiempo en las 40 yardas que un historial delictivo. Más de esto la próxima semana.
Por otra parte, la NFL debería guardar lo sucedido en esta incipiente semana para mostrarlo en su seminario de formación de novatos y mostrarlo en una nueva clase que se llame:
No importa lo que te digan todos tus amigos, no eres intocable.
Menciono lo anterior no solo al hecho de que lo próximo que atrape Aaron Hernandez no será un pase de Tom Brady, sino una enfermedad venérea en las regaderas por parte de un negro de 160 kilos y de nombre “Death Row” o algo así.
Sino porque también el martes, Lawrence Phillips, el ex corredor de los Rams y quien ya cumplía cadena de 31 años en el tanque por doble ataque contra su ex novia, es el principal sospechoso en la muerte de su compañero de celda.
Supongo que Hernandez también debe de estar agradecido de que Phillips no vaya a ser su compañero de celda.
La realidad es que cada vez existen más conflictos entre los jugadores de NFL y la ley y esa es la peor publicidad que puede tener una liga que no ha quedado muy bien parada luego de la función de box protagonizada por Ray Rice. Tal vez deban hacer algo para atacar el problema desde la raíz... o tal vez tengan como plan hacer una nueva edición de “The Longest Yard” y esta vez con un quarterback de verdad y no el sotaco de Adam Sandler.
Y sería un equipazo... lleno de idiotas como Aaron Hernandez.
@DeTocho_mx