BARCELONA.- Leo Messi regresó el pasado viernes de sus vacaciones navideñas en Argentina. Llegó a Barcelona sobre las tres y media de la tarde, el tiempo justo para dirigirse a la Ciudad Deportiva, al entrenamiento que estaba programado a las cinco. Ese día tuvo su primera enganchada del fin de semana con Luis Enrique.
Y fue algo de lo más absurdo, pero que vino a demostrar la mala relación que ya existía entre Messi y el técnico asturiano. Fue la gota que colmó el vaso e hizo explotar a Leo por primera vez. La pelea se produjo después de que Luis Enrique no arbitrara a gusto del futbolista en el partidillo de entrenamiento. Al parecer, no le pitó una falta que Messi consideraba que era clarísima.
Estuvieron discutiendo en el mismo terreno de juego, pero la cosa no acabó aquí. Cuando acabó el partidillo, Messi se fue a buscar a Luis Enrique para pedirle explicaciones por tan desafortunada decisión arbitral. La cosa se puso tensa hasta que entonces apareció Neymar que se había dado cuenta de la discusión y se llevó a un Messi que no paraba de reprocharle la jugada.
A partir de aquí el tema se fue envenenando con el paso del tiempo. Luis Enrique decidió que Messi sería suplente en Anoeta, algo con lo que no contaba el argentino que se veía titular a pesar de haber completado solamente dos entrenamientos después de su regreso.
Messi comenzó en el banquillo y salió en la segunda mitad en la que apenas entró en juego. Al finalizar el partido, vino la segunda enganchada. Messi discutió con Luis Enrique y también participó Joaquín Valdés, el sicólogo del grupo. Leo tuvo unas duras palabras hacia él en medio de dicha discusión.
El punto culminante de toda la historia es de dominio público y se produjo el lunes en el entrenamiento a puertas abiertas. Messi decidió no ir a dicha sesión, escenificando que no existe relación con el técnico.
