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Taquicardia beisbolera en Navojoa

Aureliano Rincón
Lunes 27 de Enero de 2014
 

La afición de la región del Mayo experimentó, como no sucedía por más de una década, una taquicardia beisbolera de fin de semana. El tema fue trending topics en las redes verbales, sean charlas de “cafecito”, “juntadas”, sobremesas familiares y ni se diga en los mentideros políticos, que se aprestan a “componer el mundo”, incluido el béisbol profesional.

Los claxons de vehículos por sus avenidas repitiendo el grito de guerra “Yo si le voy, le voy a los mayos”, los negocios con pancartas de apoyo al equipo de los Mayos y un dato adicional: celebra al “chilango style” los triunfos al pie de una réplica del Angel de la Independencia. Un sin fin de “Emociones a pecho abierto”, como cantan las Pandora.

En el estadio conviven porras diversas: desde el añejo “Arriba Mayos pa arriba”, pasando por el “Yo si le voy, le voy a los Mayos” y con el más reciente “Vamos Mayos”. Sobresalen los souvenirs de color rojo y las matracas de todos tamaños, que con todo y su estridencia, nunca superarían en ambiente a los gritos señeros de la inolvidable Victoria “Check” Cinco: “leña, leña, leña…leñaaaaa”.

También hay porras en todas las secciones del parque, pero ninguna iguala las ocurrencias que con tanta gracia lanzara desde su butaca de Preferencia, el ya fallecido Carlos “El Pilinky” Quiroz, miembro de la tremenda “Porra brava” y que con su clásico “ampayer chiiiivo”, ponía en acción hasta el “más perfumado” de los aficionados.

Todo se vale para alcanzar el tercer gallardete. Hasta “implorarle al popular “Callo Loco” que ya deshaga la maldición que, según la leyenda urbana, realizó contra los Mayos por diferencias con el directivo Víctor Cuevas Garibay. El perdón se anuncia públicamente, regresa “El Callo” al estadio y hace el rito de quemar el hechizo, pero no funciona.

Por tres días, la afición sufrió y gozó los partidos como estar en un juego de Serpientes y Escaleras. Un día es el furor por la victoria y otra la desdicha de la derrota, aderezado con la recurrente sospecha de que “otra vez se vendieron”, sobre todo si el juego se pierde por errores o un mal manejo en el relevo de lanzadores.

 

Los tiempos de Don Chuy


Sábado 25 por la mañana. ¿Viste el juego anoche?, le pregunto a Don Chuy, que a sus casi 90 años todavía “se prende” cuando se toca el tema del beisbol, máxime si se trata de una polémica como el tercer encuentro de la final Mayos-Naranjeros, cuando enmudeció el Ciclón tras un “tablazo” naranjero de cuatro esquinas y caja llena en plena octava entrada, que al final dio el triunfo a los visitantes.

Y es que ese día muchos navojoenses se durmieron y amanecieron con aires de manejador: que si Bundy debió sacar a tiempo al tal Zinicola, que el abridor del juego no debió salir si estaba dominando y un largo etcétera. Pero don Chuy es otra cosa porque en sus años mozos jugó y dirigió en lo que fue la Liga de Sonora, antecedente de la LMP.

Desde su “butaca” ubicada en la sala de su casa, suelta el comentario “a boca de jarro”: "Este Bundy está pensando en la quijada del burro, no está concentrado porque sus pensamientos andan con los Dodgers", organización que lo acaba de nombrar coach de tercera, según se anunció hace unos meses.

Paralelamente practicó varios oficios hasta estacionarse como carpintero y aunque venía de familia de músicos-su padre Baltazar tuvo una banda- nunca lo convenció eso de dedicarse a "la tocada" sobre todo por las desveladas. Cuentan sus familiares que a las 6 de la tarde ya está cenando, ve la tele y a dormir.

Gracias al llamado “Rey de los Deportes” anduvo de aquí para allá desde Sonora hasta Nayarit. Le tocó jugar en el estadio Revolución de Navojoa, que estuvo en Jiménez y Talamante, donde le cachó ni más ni menos al pitcher cuyo nombre lleva el estadio de Navojoa: Manuel "El Ciclón" Echeverría.

"Había otro beisbolista que le decíamos el Pinto, un garrotero del ferrocarril, que le llegaba la bola más duro que al Flaco -otro de los apodos del Ciclón-, sólo que era muy descontrolado cuando tenía un bateador al frente y por eso no logró destacar”, agrega.

Comenta –y se ríe- que una vez llego a la ciudad José Luis "El Chile" Gómez a buscar lanzadores y pusieron a prueba los talentos de “El Pinto”, pero con tan mala fortuna que golpeó a varios jugadores, que El Chile le pidió literalmente la bola antes de que lastimara a otros y hasta “ahí le llegó el corrido”.

La conversación se interrumpe por el replicar del teléfono. Se reportan sus hijos desde Hermosillo y la Paz porque doña Elena, su compañera desde 1949, ha estado delicada de salud desde principios de año por una influenza que no cede.

Después de pasar el reporte médico, se acomoda de nuevo y cuenta que jugó en varios estadios como el "Alvaro Obregón", que abarcaba parte de lo que hoy es el Itson Centro de Ciudad Obregón. También en el Abelardo Rodríguez de Guaymas y en el Fernando M. Ortiz de Hermosillo.

“Eran otros tiempos, pues para empezar no había un sueldo para los peloteros -como él llama a los que practican este deporte- y la forma en que te pagaban era dándote chamba los patrocinadores de los equipos. A mi me tocó trabajar en el ferrocarril y gobiernos a cambio de jugar”, rememora.

A lo más que aspiraban los equipo era repartirse lo que se juntaba por entradas y así “alivinar” a los jugadores, que a decir de Don Chuy, en la década de los 40s no gozaban de muy buena fama, tanto así que ni en los hoteles les querían rentarles cuartos, como sucedió una vez en Los Mochis.

"En esa época se decía que los que jugaban beisbol eran puros vagos, tenían fama de muy desmadrosos y tuve que acomodarlos en la casa de mi ama cuando vivíamos en Mochis porque de plano nadie en el pueblo les quiso rentarles un cuarto", cuenta aún con asombro.

En esta ciudad sinaloense conoció a otra leyenda beisbolera, Benjamín “El Papelero” Valenzuela -el creía que yo también era de Mochis y me decía "Paisa"- y  además le ofrecieron irse a Michoacán para jugar a la Liga del Centro, pero en ese entonces su interés estaba más hacia el norte que al sur. Su motivo tenía cinco letras: Elena.

Y fue precisamente en la tierra del chilorio donde descubrió sus aptitudes como catcher, luego de jugar por años la posición de short stop debido a una lesión que sufrió el receptor del equipo del sindicato de cañeros cuando fildeaba un elevado y tuvo que “entrarle al quite”. “Me llegaba bien la bola  a la segunda”, dice con cierto alarde.

Ya desayunaste, me pregunta y se dirige hacia la cocina con paso lerdo. Mientras prepara su desayuno habitual, "sopitas" con huevo y verduras, le comento sobre las condiciones de abandono en que está el estadio de beisbol, la casa de los Mayos de Navojoa.

Sin ahondar mucho, uno puede constatar los daños en las estructuras, escalones, la falta de energía en los baños, el descuido de los pisos y el césped, además de fugas de agua por doquier y una pantalla que proyecta con dificultad las jugadas. Ya ni para qué seguirle con los bleachers.

"Desde que los Cuevas agarraron el equipo todo se vino abajo, no le invierten y solo se dedican a hacer negocio; a estos jodidos- la palabra que repite como rezo- les importa poco la afición; si gana el campeonato va desmantelar el equipo, como lo ha hecho antes, por eso la gente no iba al estadio", responde a “bote pronto”.

Dicen que "la mula no era arisca". Desde hace 14 años los Mayos no llegaban a la final tras coronarse en el 2000 ante Hermosillo. Eso vino a ser un suspiro para la afición, que durante los noventas padeció varios subcampeonatos y entonces apareció el fantasma de que "se vendieron”, que tanto afectó la asistencia al parque, que por años se manejó que el equipo cambiaría de plaza.

Pero para este ex jugador las cosas no son tan sencillas: “Así es la gente, pero es casi imposible; necesitas mucho dinero para comprar todas las voluntades. La gente sigue con eso desde que se perdió el campeonato con Mazatlán, que le dio la voltereta a la serie luego de ir abajo tres juego, pero así es el beisbol y el equipo se chingó y punto, no hay más”, señala.

Se acerca la hora del Angelus y Don Jesús no perdona y “le tira a todo lo que parezca” cuando pasa por el “plato”, sobre todo si ese plato tiene comida. Religiosamente come sus alimentos a esa hora. Me encuentro en la computadora cuando se dirige de nuevo a la cocina, y al pasar me muestra la sección deportiva de una publicación local del 21 de agosto del 2003.

El titular anuncia que “Reconocen trayectoria del receptor Jesús Leva Vega” y en el primer párrafo de la nota se lee: Jesús Leyva Vega, quien en sus tiempos fue brillante receptor, lanzó la primera bola y recibió merecido reconocimiento de parte de la liga de beisbol primaveral "Hermanos Sepúlveda".

Bien decía y repetía hasta el cansancio el finado locutor Carlos Córdova Guirado: Aunque otros digan lo contrario, el béisbol sigue siendo “El Rey de los Deportes”.

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