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El boxeo cobra una vida más

Ariel Velázquez | El Universal
Jueves 07 de Novimiebre de 2013
 

Entrevista con Laura Coronel, viuda de Francisco Leal, boxeador

Con los ojos en blanco y el cuerpo desplomado en una de las esquinas del cuadrilátero es como Laura Coronel recuerda, por ahora, a su marido. Aquellos trágicos momentos persiguen a la esposa del fallecido Francisco Franky Leal. Día y noche se han vuelto lo mismo: se despierta con ese pensamiento y con el mismo se va a dormir. “¿Cómo fue que pasó?, ¿cómo murió?, si Frankie tenía la mejor preparación de su carrera?”, se pregunta Laura, sin encontrar respuesta a la más reciente tragedia del pugilismo mexicano.

Se suponía que vendrían los mejores años de Franky sobre el ring, pero el octavo round de la pelea del pasado 19 de octubre ante Raúl Hirales en Los Cabos, le cambió la vida a la familia Leal.

Con un hijo de cuatro años, ahora Laura Coronel busca la manera de seguir adelante en lo emocional y en lo económico.

—¿Cómo te sientes, a días de la muerte de tu esposo?

Todavía como que no lo creo, porque miro las fotos de Los Cabos, cuando estábamos allá, y me quedo pensando... “¿cómo pasó todo?, ¿cómo nos llegó a pasar esto?”. Lo que a mí me sorprende es que él iba preparado como nunca; no tomaba, no fumaba, él tenía la mejor preparación de su carrera.

—Estuviste en la pelea, ¿cómo la viviste?

Fue algo muy difícil ya que estaba muy cerca del ring, miré cómo cayó, y grité ¡Franky, levántate! Después miré cómo se desplomó en la esquina y cómo se le pusieron los ojos blancos. Y yo en ese momento pensé... pues ya. Desde entonces yo sentí algo muy feo, no me podía ni acercar, porque supuestamente estaban los médicos, no sé que tipo de médicos eran, porque no sabían nada. Fue algo horrible.

—Tu hijo Fabián, ¿sabe de la muerte de su padre?

Él sabe, lo miró en el hospital y él solito dijo “mi papi está malito, ya se murió”. Entonces él sí dice que su papi peleó y perdió y se murió, pero no entiende muy bien el concepto de la muerte, todavía me dice que lo quiere ver, [pregunta] que cuándo regresa. Es muy difícil para él, para mí y explicarle todavía es más.

—¿Ya pensaste en solicitar algún tipo de ayuda psicológica para atender a Fabián?

Ya. Él está en el preescolar y pues yo les pedí en su escuela que me recomienden un psicólogo para que traten a mi hijo.

—¿Estás llevando algún tipo de terapia para superar el dolor?

Estoy leyendo, eso me tranquiliza para no pensar y acordarme de cuando lo vi noqueado.

—¿Cómo decidiste donar los órganos de ‘Franky’?

Es lo que él hubiera querido. No tuvimos la conversación, pero yo creo que él hubiera decidido eso, porque él era una persona muy buena: se quitaba el pan de la boca para darlo a alguien más, por eso mucha gente lo quería y lo sigue queriendo. A él le hubiera gustado eso y a mí me trae un poco de tranquilidad saber que pudimos ayudar a más gente.

—¿Tu esposo tenía seguro de vida?

No teníamos ningún seguro, ni nada. Uno piensa que se va a morir de viejo, nunca se espera que uno muera así. No teníamos nada.

—¿Quién se hizo cargo de los gastos médicos y funerarios?

La promotora (Zanfer) es la que ha pagado todo eso. Yo no he hablado con ellos directamente, es Miguel Barraza (entrenador) el que ha estado al pendiente.

—¿Cuánto cobró tu esposo por la pelea en Los Cabos?

Cinco mil dólares.

—¿Recibiste el dinero?

Sí, la promotora ya me lo dio.

—Además del sueldo de tu esposo, ¿recibiste algún otro dinero?

No, todavía no, pero la empresa (Zanfer) me dijo que me iba a dar una indemnización, pero todavía no sé de cuánto dinero se trata, ni cuándo me lo van a dar.

—¿Pedirás otro tipo de ayuda?

Pues yo creo que sí, mi hijo es ciudadano de Estados Unidos y voy a pedir que me apoyen como madre soltera.

—Estuviste presente en la pelea, ¿crees que existió negligencia de la Comisión de Boxeo de Los Cabos y de los médicos?

Yo creo que sí. No tenían ni collarín. Yo vi cómo lo atendieron los médicos y no es la forma en que tiene que ser; no había tanque de oxígeno, no fue bien atendido. Ellos tienen que estar preparados para lo que venga, me imagino que deben contar con un médico calificado. Pero desde mi punto de vista no fue bien atendido, no lo acostaron, cuando tenía que ser así para que le llegara el oxígeno al cerebro.

—¿Qué te comentaron los doctores cuando llegó a San Diego?

Cuando mi esposo entró al hospital de Estados Unidos él ya venía con muy poca actividad cerebral. Uno se aferra al milagro, pero ya sabíamos que iba a ser muy difícil. Les conté cómo fue que pasaron las cosas, les dije cómo lo atendieron y ellos me dijeron que estuvo mal, que la atención tenía que ser lo más rápida posible; los primeros minutos fueron muy valiosos, además de que como no le dieron oxígeno, eso pudo ser lo que le causó la muerte. Les pregunté si ellos creían que había negligencia médica, y ellos me respondieron que sí.

—¿Ya llegó la autopsia?

Todavía no. Tengo que hablar al hospital, porque ya se tardaron.

—Si en la autopsia se revela negligencia médica, ¿vas a demandar?

Por supuesto. Cuando reciba la autopsia me voy a asesorar y si sale algo voy a demandar a la Comisión de Boxeo (de Los Cabos).

—¿Cuál es el mejor homenaje para tu esposo?

Que lo recuerden como un extraordinario ser humano.

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