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Un pensamiento mediocre siempre trae como consecuencia un resultado mediocre.
José Manuel de la Torre ha dado lecciones de ser un buen entrenador pero no para la Selección Nacional.
Su forma de pensar, actuar y dirigir ha dañado un punto que es determinante en la vida cotidiana: la confianza de los jugadores. El Chepo ha demostrado que puede ser un buen entrenador, pero para la Liga local, no para empresas mayores.
Jugar a no perder, a sumar como sea y de paso hacerlo mal, ha tenido sus consecuencias letales. México se muestra en la cancha como un equipo con muchos temores y ante rivales que en teoría son menores. Discúlpeme, lector, pero ese discurso de que los rivales han crecido y las distancias se acortan sólo me genera una pregunta: ¿entonces, México se ha estancado y los oponentes se le han acercado demasiado?
José Manuel de la Torre es un buen técnico promedio para el futbol mexicano; y no es un tema de capacidades únicamente: su personalidad, su mentalidad, sus formas simplemente no dan para trascender a nivel mundial. Sin querer hacerlo menos, hay que recordar que él no era la primera opción para tomar el timón; lo era Víctor Manuel Vucetich, que hoy sería el candidato ideal para sustituir a José Manuel.
En lo deportivo, el equipo carece de carácter en la cancha, no tiene variantes suficientes para hacer daño al rival, no ha creado o dado la confianza a un jugador o jugadores para que sea el líder en el vestuario y en el terreno de juego, no ha logrado encontrar la fórmula de revertir partidos en momentos determinantes… La presión le agobia y le puede todo.
Pero probablemente lo peor es que es una persona que no es autocrítica, siempre hay excusas para decir por qué no se gana o se juega bien: “Las distancias se han acortado”, “el rival también cuenta”, “se nos vienen a encerrar”, “no nos han marcado goles”... Siempre hay algo que decir. Pero jamás hay un ejercicio de mea culpa de José Manuel. Las preguntas que le incomodan en las conferencias las rechaza, las minimiza y, bueno, lo cierto es que su equipo no funciona, se ve mal, limitado, poco práctico y nos ha llevado a pensar que estar en el Mundial no es algo seguro, mucho menos si él está en el banquillo.
México paga su propio discurso. No es posible que sólo se piense en pasar como sea, sumar de cualquier manera, porque al final de cuentas pesará no explotar a 100% las capacidades. Es frustrante mirar a José Manuel de la Torre casi romperse la garganta con gritos reclamando “huevos” a sus jugadores y que éstos troten, no concreten servicios sencillos, no puedan hilar más de tres jugadas continuas, que no tengan respuesta al shock en el que viven.
Debo expresarle (y si ha seguido este espacio continuamente lo habrá notado) que yo soy un defensor de los procesos, de la paciencia, de darle tiempo a las personas para que demuestren su capacidad. Pero De la Torre no puede seguir más al frente de la Selección. Repito: no sólo es un tema de capacidad, sino más bien de incapacidad de hacer jugar a un equipo que tiene calidad (y que claro que le hace falta mucho carácter) pero que simplemente ya no encuentra el camino para salir de esta crisis.
El sitio al Mundial se compromete más y más. Ahora sólo quedan cuatro partidos y nada está seguro para México. Hay veces que se han cortado procesos en momentos inadecuados, en eso es especialista el futbol mexicano;pero hoy, más que nunca, no hay un camino de certidumbre con José Manuel de la Torre, quien con su lenguaje corporal: manoteo, gestos, irritabilidad, explosivo, poca autocrítica, dice que ya no puede más, que le hagan el favor de quitarlo del puesto.
Tena o Vucetich, las opciones
Por el momento, y sus capacidades de grupo, sólo hay dos personas que pueden rescatar a la Selección Nacional de esta crisis de resultados: Víctor Manuel Vucetich y Luis Fernando Tena.
Ambos están acostumbrados a manejar grupos de poderes grandes, con egos, y los han hecho triunfadores. Vucetich es el mejor entrenador en la historia de Monterrey; ha controlado personalidades como la de Chupete Suazo o Chelito Delgado. Luis Fernando ha demostrado que es un tipo capaz de ser exitoso, de levantar expectativas y cumplirlas, de hacer grupos ganadores y darles carácter a la hora de disputar los partidos.
Lo único que salva al Chepo de la Torre es al menos un tercer sitio en la Copa Confederaciones; si no se logra, debe abandonar el puesto inmediatamente.
