|
Eran más agentes del BORT que jugadores de los Yaquis, sin duda. La exhibición policiaca parecía anticipar un atentado contra alguien, o un posible desborde vandálico de las multitudes.
Pero en las banquetas de la calle Miguel Alemán sólo había familias, muchos niños, jóvenes que se divertían tranquilamente, parejas de novios. Gente entregada al equipo de sus amores, los Yaquis, los campeones del Caribe y tricampeones del Pacífico.
Mucha gente y pocos peloteros. En el camión de plataforma abierta iban Douglas Clark, Iker Franco, Said Gutiérrez, los cuates Sergio y Albino Contreras, el manager Eddie Díaz, el coach Chito López y el presidente del equipo, René Arturo Rodríguez acompañado siempre del alcalde Rogelio Díaz Brown.
Douglas Clark, el del jonrón inolvidable, era el más solicitado y no dejaba de autografiar playeras que le hacían llegar los aficionados.
Mucha gente y pocos peloteros. Aún así la multitud quedó contenta, feliz de volver a vitorear a sus ídolos. "Se lo merecen, son lo mejor", dijo una chica guapa que no dejaba de tomar fotos y lucía su esbelta figura con la playera de los Yaquis; como ella, miles portaban la popular playera.
Así fue el último desfile triunfal de esta temporada. Se baja el telón del beisbol invernal y la ciudad vuelve a su vida normal, esperando el regreso de octubre, cuando la alegría del estadio se encienda otra vez.
