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Lunes 29 de Abr de 2024
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¿A dónde se fueron los niños?

Andrés González Prieto
Jueves 15 de Octubre de 2020
 

Apenas sentíamos los apagados rayos de luz del poste de la esquina: Brillaban más intensos nuestros ojos ante el relato del plebe mayor de la palomilla, (ya le estaba saliendo bigote, presumía enchinándose las puntitas con las uñas de los dedos) ¡Había visto a un fantasma! Lo juraba besándose los dedos de la mano haciendo una cruz y diciendo ¡por ésta! ¡No podía ser mentira! Seis pares de ojos seguían las gesticulaciones del narrador, los altibajos de las suspensivas palabras que salían de su boca hacían correr los escalofríos por nuestras espaldas y enchinarse la piel de nuestros no muy limpios brazos… ” ¡Yo lo vi!... era un fantasma, se movía de la esquina de la pared hacia el centro de la ventana (yo valientemente escondido debajo de mi cobija seguía todos sus movimientos), cuando de pronto…¿Qué? dijimos a coro… el fantasma se dirigió a mi…podía mirar su sonriente rostro infernal,  una nariz alargada como de bruja y unos ojos que echaban lumbre… dejé mi valentía y me envolví completamente en mi cobija… solamente alcancé a decir ¡Cruz, cruz, que se vaya el diablo….” Nadie se atrevió a preguntar más… Ya nos habíamos comido nuestras uñas, tiritado nuestros dientes, y creo que “El pecas” se orinó de miedo en el calzón…ya me voy a dormir, dijo el Calacas, el del relato que no tenía honroso final, cada uno de nosotros hizo lo mismo, no teníamos miedo pero a cada paso volteábamos a las obscuridades en búsqueda de sombras fantasmales…

Era un lunes cualquiera, a media mañana, después de hacer unos mandados con un peso en la bolsa, la fortuna de día, llegué con Don Panchito en el mercado municipal a rentar los magacines les decían, otros comics, yo los llamaba cuentos, deme el de Rolando el Rabioso…Diez centavos por adelantado, y se sientan donde los vea decía, Alicia ahí señalaba…como abejas en panal, seguíamos las historias de nuestros cuentos… “ Pitoloco,  están atacando el castillo por el lado del puente, toma un rifle, un lanzallamas y una granada, y defiende ese flanco con gallardía ¡Caballero Rolando, lo haría con mucho gusto, pero aun no se inventan esas armas! Jajajja ¡Pues dile a Merlin que se apure a inventarlas! Jajjaj ¡Ya cállate cabeza de huevo! Protestaba alguien en la bola… luego Dick Tracy, el mejor detective del mundo con su traje amarillo y el reloj donde en la caratula se comunica con otras personas. Los super sabios: Paco,  Pepe y Panza en la colonia picamosco, don Seve y qué decir del Malvado Solomillo…La Familia Burron, Chanoc y Tsekub Baloyán siempre terminaba mis cincuenta centavos con Kalimán ¡El Hombre Increíble! Cada uno de los diez chamacos lectores vivía su propia aventura, se les miraba en los ojos, ávidos de ser protagonistas de sus historias preferidas: volar, luchar contra los malos, triunfar…recordaban cada capítulo, cada aventura leída y las presumían con su palomilla en la primera oportunidad nocturna. Seguían subconscientemente las lecciones que cada capitulo dejaba como lección de vida entre la lucha de bien contra el mal. “Siempre existe un camino, cuando se usa la inteligencia “”, ahí va a estar el problema decía el Omega jajaj “Un largo Camino se inicia con el primer paso”, ¡“Serenidad y Paciencia! ¡Solimmm!...

 No quedaba lejos del barrio La iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, donde algunos, incluyendo algunas mamás no iban a misa porque no tenían zapatos, chanclas, y algunos ni  a huaraches llegábamos…Pero a la doctrina, ahí sí no había problema si íbamos descalzos, con solo poner atención, aprendernos el padre nuestro, el ave maría, el yo pecador, y prepararse para la primera comunión, merecíamos dulces, algunos panes y sobre todo, si prometíamos portarnos bien, no decir malas palabras y hacer “Pikardias” nos daban unas cartitas con el sello de la capilla, y al juntar varías podíamos ir a la Matinée en el cine del pueblo…. ¡Uta Maquina! En pleno día, en la mañana… nos metimos a un galerón bien grandote, le llamaban el cine paraíso, en la imaginación un gigantesco monstruo nos comía… Al entrar, todo es obscuridad, una gran sábana en la pared de enfrente, comenzaba a moverse, una escalera de números a iluminarse por completo…los que ya leíamos disfrutaríamos más la aventura. Chico, el hijo del que vendía en abonos, era el rico del barrio, ¡tenía hasta moto! Y a él le daban dinero para que comprara palomitas que nunca se terminaba solo, y satisfecho.  Los noticieros, y luego “Santo contra las momias de Guanajuato” con Blue Demon, Mil Mascaras… todos en silencio mirábamos con desprecio los actos de los villanos y se nos iluminaba el rostro cuando aparecía ¡santo, el enmascarado de plata” y sus acompañantes,  cada golpe era imitado por nuestros puños al aire o golpes en los asientos, nos balanceábamos en la acción, hasta porras al santo les echábamos, acompañadas de aplausos, finalmente la solución, aparte de las patadas voladoras, la última momia la más méndiga, digo, maldita, sucumbió ante el sagrado poder… del ¡agua bendita!!, salimos de cine tirando patadas voladoras, aplicando la llave china, la doble invertida, la nelson, todas al indefenso aire que vestido de momia, escapaba a nuestra infantil, inocente e imaginaria ira… 

Entre la chamacada del barrio, había algarabía, casi un escándalo, el papá de “Chico” el rico del barrio (el abonero) había comprado ¡una televisión! ¿Qué es eso tu? Pregunté… Pues una caja grande de madera con un cine adentro, unos picos que se mueven hasta que las rayitas ponen una imagen y se ven claros los monos dijo el Calacas (el de los bigotes, enchinado y el orinado relato) … ¡Ah chis! Y si, en la casa de “Chico” por la ventana se podía ver a todos los chamacos del barrio y otros, sentados en el piso, con la bocota abierta como mensos y los ojos pelados del asombro, la luz de la pantalla se reflejaba en sus chamagososas frentes y soltaban las carcajadas de vez en cuando… Ni pensarlo, me habia gastado mi fortuna de cincuenta centavos en cuentos, en la puerta de entrada un cartón decía; 20 centavos la tele 3 programas... ni modo otra vez será… “Chico”, estaba en la puerta cobrando las entradas, y me dijo quedito para que no oyeran sus padres “te voy a tirar una moneda de a 20 y llegas y me pagas tu entrada ¿eh?”, ¡sale! Me paré y dije, ¿cuánto cuesta esta cosa de la televisión?, llegó su papá y dijo 20 centavos, ¿qué no sabes leer? Pues aquí están, pagué muy digno y entré, guiñándole el ojo a “Chico“agradecido. Si era verdad…ahí estaba el cinito ¡Las caricaturas!, ¡Porky, Porky nuestro rey!!, luego Bonanza: Ben, Adam, erick y Joss, la Ponderosa…y cerrábamos con ¡Combate! El sargento “chips” Sauders, el teniente Hanley todos contra los Nazis y los que atenten contra la libertad y la democracia…Ya no necesitábamos imaginar, ahí estaban ante nuestros ojos nuestros héroes, desnudos en su intención, los villanos de “aire y hueso” la magia de la fantasía cruelmente descrita por mentes que la manejaban a su antojo…ahí estaba, conteniendo nuestros alientos, nuestro asombro, ahí nos dimos cuenta que habia negros, chinos, japones que  eran buenos o malos según el color de su piel, creencia religiosa, credo político, que había ricos y super ricos, contrasuper ricos y archicontrasuper ricos y sus equivalentes em pobreza. Ricky Ricon   no sabe que existen los huaraches o las pelotas de trapo…La televisión… 

De pronto con ella maduramos y le pusimos grilletes a nuestra fantasía, nos volvimos adultos, ajenos a nuestro pasado, dejamos en el Baúl de los recuerdos que seguramente abriremos después de los sesentas, los trompos, la rayuela, el quemado, la gallina ciega, yoyos, baleros con estoperoles, canicas, la cuerda, los encantados…

Luego vinieron los juegos digitales, el Pac man, Tetris, Super Mario Bros, final fantasy y miles otros… Y los niños comenzaron a desaparecer tras una consola, sus ojos enrojecidos por la permanencia visual sin descanso, inmóviles, separados de la realidad circundante, viajaban en star wars a otras galaxias tecnológicas ajenas al entendimiento adulto. No comer, descansar por lograr vidas o triunfar, superar niveles, escoger personajes que los representen en las luchas del Street Figther, derramar frustradas lágrimas internas en la derrota y permanecer hasta lograr el pleno dominio del nivel y subir al siguiente, donde alguien más poderoso siempre retará su ingenio.

¿Dónde están nuestros niños? 

Ahí deambulan, identificados hoy por audífonos de colores, wifi, conectados por Blutooth,( si son azules es Mario, rojos reginna,verdes,mmmm alguna amigo de visita) y enojados hasta la histeria cuando no hay señal o se interrumpe… Si les hablas no te oyen, refugiados en Pc’s, tablets, teléfonos digitales, estan en chat, zoom u otros, ajenos no a la realidad, ajenos a ti, a tu narrativa. 

¿Dónde están nuestros?

No, ya no están, ya no son tuyos, se fueron, están inmersos en spotyfive, Netflix, amazon, escuchando música japonesa, coreana o soundtrack de gamers o siguiendo a youtubers, algunos repitiendo las letanias del raggaeton.

¿Dónde están?

Tal vez buscando un lugar que nosotros los adultos perdimos, al dejar que la violencia se ocupara de nuestros barrios, de nuestras plazas y de nuestra conciencia. Tal vez huyendo de las drogas, de los secuestros, de la inseguridad, en cualquier hoyo negro cibernético…

¿Dónde?           


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