ÁLAMOS.- Luego de dos días de Festival extrañábamos las noches en el Palacio, recinto donde grandes cantantes nos han cautivado y en el que la orquesta despliega su mejor sonido. Simone Kermes, soprano oriunda de Leipzig Alemania, fue la elegida para inaugurar las noches de gala del 31 Festival Ortiz Tirado. Aún faltaba una hora para que iniciara el concierto y ya la fila se extendía por la calle hasta la iglesia.
De entrada creo que tuvimos la sensación de que sería un concierto atípico dada la configuración del programa el cual abrió con música de Handel y terminó con Bernstein. El cómo se llegaría de un punto a otro resultaba estimulante para quienes tenemos cierta noción de los diferentes estilos por lo que implican en lo expresivo y en lo técnico. Lo usual es que se elija uno o dos estilos o periodos musicales de mayor dominio siendo el más abordado aquí el bel canto del romántico siglo XIX.
El concierto comenzó con la bella obertura de la ópera Alcina. Escuchar a la Filarmónica de Sonora (esta vez dirigida por Christian Gohmer) interpretando barroco es algo raro, al menos aquí en el Festival, y también lo es ahora el abordar este estilo con una orquesta tan grande en estos tiempos donde se procura un aproximamiento histórico. Pero la experiencia fue grata, la música de Handel es una gloria.
Apenas bajaron los aplausos otorgados a la filarmónica cuando se vino la tempestad con la aria “Vedrà turbato il mare” de Porpora. Como ola que azota el acantilado, la protagonista arribó al escenario. Tan electrizante momento, tan arrolladora presencia escénica aunado a una formidable interpretación hizo que esta presentación fuera sumamente impactante. Hubo ovación de pie ¡y apenas había comenzado el concierto!
Siguiendo un orden cronológico se fue desenvolviendo el programa. Siguió algo de Mozart con el Aria de Elettra y luego la celebérrima obertura de Rossini de su ópera Guillermo Tell, aquí de nuevo el público se levantó de su asiento. Ésta todo mundo la conoce y no faltó quien la “tarareara” aunque solo haya escuchado fragmentos en las caricaturas de antes.
Fue una noche de oberturas maestras pues después vinieron la de El Barbero de Sevilla (Rossini), La Fuerza del Destino (Verdi) y la de la ópera Candide (Bernstein). No recuerdo haber escuchado tantas de ellas en un mismo concierto pero resultó pues le seguían arias del mismo compositor salvo en la primera del programa.
Entre otras arias Simone Kermes cantó Ah tardei troppo, Aria de Linda (Donizetti), Bel raggio lusinghier, dolce pensiero (Rossini), Tu del mio Carlo… Carlo vive (Verdi) y Glitter and be gay (Bernstein).
Al final a todos sorprendió la versatilidad camaleónica de Kermes, reflejada incluso en su vestuario y su capacidad para involucrar al público que no se cansó de pedir más. Tres veces regresó Kermes del camerino para cantar. Fue un gran gusto volver al Palacio, y así.
