Al mismo tiempo que crecen la pobreza, las adicciones y los hechos criminales en nuestra ciudad, la Biblioteca Pública Municipal experimenta un peligroso deterioro de su infrestructura y acervo bibliográfico debido a los recortes presupuestales.
Desde el primer contacto visual con el inmueble se perciben los efectos de este deterioro. El grafitti, que desde hace varios meses apareció en la fachada y aún no ha sido borrado, evidencia la falta de recursos para labores de mantenimiento. Lo más probable es que estas pintas vandálicas se multipliquen como sucede en otros edificios públicos y privados de la ciudad.
En el edificio de la Biblioteca la fealdad del grafitti se complementa con el abandono del mural que cubre la parte superior de la fachada. Desde que empezó a caerse en pedazos se buscó apoyo en autoridades federales y estatales para restaurarlo; la respuesta llegó con dos expertos en restauración quienes hicieron sus observaciones y sugerencias pero ya no regresaron; mientras tanto han aparecido otras fisuras que pueden colapsar toda la obra de Héctor Martínez Arteche.
En el interior aparecen otras evidencias del abandono presupuestal. Una parte del baño para hombres se ha cerrado por descomposturas que ya no ha sido posible reparar; el bebedero para visitantes apenas si surte un débil chorrito.
Instalaciones eléctricas abiertas, una de ellas cubierta con una silla para advertir del peligro a los usuarios; sillas y aparatos eléctricos que se descomponen son arrumabdos en una bodega porque no hay dinero para arreglarlos. El autobús de la institución permanece parado, no hay dinero para gasolina ni para las reparaciones que necesita.
La iluminación, indispensable en una biblioteca, ya es deficiente en varias áreas donde las lámparas se fundieron y no ha sido posible sustituirlas por otras nuevas.
Servicios deficientes
Bautizada con el nombre del periodista Jesús Corral Ruiz, la Biblioteca Pública ha sido durante más de cuatro décadas un remanso para quienes buscan escapar de la pobreza cultural que envuelve la vida citadina. Miles de niños y adultos han enriquecido aquí su espíritu con libros, revistas, películas, talleres, conferencias, conciertos y exposiciones.
Pero también los servicios que justifican la existencia de la Biblioteca están en crisis.
El primer contacto con esta realidad se da en la sección hemerográfica.
Solicito una revista de circulación nacional y la respuesta de la empleada es simplemente "no la tenemos". En vano intento consultar otras revistas que antes estaban aquí en forma permanente y oportuna, pero la respuesta es la misma: sólo tenemos los números atrasados, pero no los más recientes.
Desde hace varios meses, me comenta, no hay dinero para actualizar el estante de revistas nacionales.
Este servicio era uno de los más solicitados por los usuarios de la Biblioteca, que ahora debemos conformarnos con publicaciones no actualizadas. Y de los tres ejemplares de los periódicos locales, hoy sólo se tienen dos. Hay que eseprar más tiempo para leerlos.
Como las revistas, los libros nuevos también son escasos. Durante décadas éste era el lugar donde los estudiantes de todo nivel podían consultar libros para hacer las tareas; esto ya no funciona si los libros son de reciente edición. Una deficiencia que se resiente más cuando se trata de libros técnicos y obras de análisis sociopolítico.
Así han ido apareciendo y creciendo las deficiencias del servicio y el deterioro de la infraestructura en la Biblioteca Pública Municipal, una de las instituciones culturales más importantes de esta población mediatizada por los espectáculos mediáticos, la ludopatía, la demagogia política y fanatismos de diversa índole.
