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Los zombies del cristal

Alejandro Mungarro Daniels
Domingo 19 de Novimiebre de 2017
 

Caminan de un lugar a otro sin ir a ningún lado, van a su paso juntando cualquier cosa que para otros no representa nada, un fierro viejo, un trozo de alambre, cualquier cosa que puedan vender en los llamadas “compra de fierro viejo”, luego irán por lo que llaman “la cura” y así volverán al círculo en que los ha llevado la vida, o a la que ellos han llevado su vida.

Son cientos, quizá miles los que deambulan por la ciudad, los que todavía tienen fuerza la utilizan para hacer lo que ellos en su idioma dicen jactanciosos, “tumbar”.

Tumbar significa robarte algo, robarte a la luz del día o en la oscuridad de la noche, a veces en medio de la gente o en lo despoblado. Es decir se han convertido en ladrones, rateros. Lo de ser ladrón son muchos los que lo agarraron de oficio, lo son de tiempo completo.

Martin dice – somos más de diez mil viciosos en la ciudad y casi nadie trabajamos_ .

Son quizá en su mayor parte los protagonistas de los miles de robos a domicilio que se cometen en las casas habitación, en que la mayoría de las veces no se denuncian y cuando son denunciados surten el mismo efecto, es decir, no hay reparación de daños y en las mas de las ocasiones ni tan siquiera se dan seguimiento por parte de las autoridades.

Son pues como una plaga, así como una de las 10 plagas de Egipto. No se pueden exterminar.

Al parecer las autoridades correspondientes cierran los ojos ante ella, propiamente como los avestruces, quizá por miedo, por negligencia, por desconocimiento o simplemente por el “déjalo ser”.

Son pues, estos, los zombis del cristal.

Unos dicen que son enfermos farmacodependientes, incapaces de clamar sus emociones. Los más prosaicos les dicen “Focomones”

Quizá a las autoridades no es tanto que se hagan de la vista gorda, es que el destino los alcanzó y ellos se dejaron alcanzar, es decir todo tiene un origen y el monstruo del “foquismo” muchos fueron los que contribuyeron a su engendramiento, su crecimiento, y el monstro se hizo tan grande que no tiene control.

Hubo muchos, en su crecimiento, que se durmieron en sus laureles, les movían la cuna. Donoso estaba cierto cuando dijo_ cuando desperté el monstruo ya estaba ahí-.,

El monstruo se quedó, quien sabe hasta cuándo.

Unos son drogadictos solitarios, otros, ocasionalmente van de la mano él y ella, como antaño aquella vieja pareja del “Cagancho y la Cagancha”

Con el tiempo adelgazan que paree como si se los fuera a llevar el viento, van perdiendo la dentadura, quedan como si fueran ancianos de ochenta años, tan viejos como lo demuestra, una cabeza ovalada, sin pelo, una boca sin dentadura, una vejez que a todas luces es prematura.

Ahí se pueden morir en cualquier lugar, en lugares donde optaron para vivir, que ellos les llaman “yongo”, este puede ser dentro de un carro viejo o abandonado, un hoyo que cavaron en la tierra en cualquier llano que les parezca bueno, una casa abandonado, en esos lugares que para todos pasan desapercibidos, todos quieres decir a veces desde familiares, amigos, autoridades de todos los niveles. De ahí salen a conquistar las calles, algunas veces a ejecutar un robo que en la mayor de las veces no fue planeado y se da en forma circunstancial, todo porque se está llegando la hora o esta llegó desde mucho antes, por eso les apremia ir a visitar al “Pusher”.

La prensa a través de sus voceros Son muchos los casos que datan de suicidios, en ellos engloban jóvenes y a adultos, mujeres y hombres , sin embargo no mencionan los orígenes ni las circunstancias por lo que se dieron estos desenlaces, pero esto en la mayor de las veces los originó la

depresión, habría que escuchar a un “foquemon” cuando está en esta etapa, ahí están preparando el terreno para dejar la vida,.

Con la muerte de estos seres se alimentan las estadísticas de las autoridades municipales, sanitarias, a fin de año en sus informes las darán a conocer a través de graficas y porcentajes, ellos tienen que hacer esto porque es su trabajo:

Ni la autoridad municipal ni a los diarios se les informara que muchas de esas muertes se dieron en una etapa de depresión, cuando esta Les cierra el cerco y terminan en el suicidio.

Los centros de rehabilitación están llenos, quizá más que rehabilitación pudiera ser negocio pero algo tienen que hacer en principio los familiares que conviven con un usuario de esta droga, que es sumamente aditiva.

Pueda ser que las autoridades no lo quieran ver aun como problemas de salud, pero ahí está. Quizá ya rebaso todas las fases: Epidemia, Endemia, y hoy este en Pandemia.

Esta droga es factor de muchas desgracias, es fácil para cada quien enumerarlas. De todo esto podría ser por ejemplo los dos centenares de muertes dolosas que se contabilizan en la presente administración municipal y las de más de mil en las últimas tres. Quizá Gran parte de etas tengan relación con ella, cuando menos en los términos últimamente utilizados, “ efectos colaterales”..

Pudiera ser que “ El foco” sea la onceava plaga.

La autoridad de todos los niveles quien sabe hasta dónde reconozca esta calamidad, bien puede catalogarse e etiquetarla desde la epidemia, endemia o la pandemia que al igual que el alcoholismo, están en todos los lugares, en todos los rincones del mundo y como consecuencia en Cajeme, en cualquier colonia, cualquier barrió. Puede que cualquier día, el menos pensado, Dios no lo quiera llegue a tu casa, puede ser por conducto o un medio “Colateral”.

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