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La Casa del Médico

Raúl Héctor Campa García
Lunes 17 de Julio de 2017
 

Me enteré por un medio digital, del cierre de la Casa del Médico de Ciudad Obregón, Son. Al verla abandonada – en las imágenes del reportaje- con las puertas clausuradas por muros hechos con ladrillos, lo mismo que la entrada del auditorio, la maleza crecida atrás de las rejas frontales de la misma, en un total estado de abandono de las instalaciones. Me entró una nostalgia y sentimiento de culpa; los mismos Médicos la dejamos “morir”. Supe del esfuerzo de muchos colegas médicos, amigos colegiados, pero no escuchamos las voces de auxilio. Desconozco con certeza que pasó.

Pero me queda claro que todos dejamos morir esta Casa del Médico, símbolo de la convivencia en la ciencia, en lo gremial y en lo social. No tengo a la mano la fecha exacta de su construcción y como se financió la misma por los médicos fundadores del Colegio de Médicos y Cirujanos de Ciudad, Obregón, afiliado al Colegio Médico Estatal (Federación Médica de Sonora), quizás fue en la década de los 60’. Quiero traer a mi memoria la galería de fotografía, de todos los médicos que presidieron los Consejos Directivos, pero no puedo recordar al momento de este artículo que escribo desde la Ciudad de México, donde he pasado la mayoría de estos casi dos años de mi ausencia temporal de Cajeme.

Quizás los amigos médicos, ínclitos escritores e historiadores: Don Oscar Sánchez Márquez y Don Juan Noriega López, harían o tal vez ya la hicieron una excelente crónica de la historia de este recinto donde por 60 años, reunía a muchos médicos de la localidad, en las sesiones mensuales (en viernes).

Las paredes de la casa con techo de madera, el salón de eventos, en forma circular, el bonito Bar con barra de madera, era el acceso a la salita de sesiones, ambos ya desaparecidas por una previa remodelación que se realizó hace años, ampliando el salón de eventos y baños. La construcción del Auditorio, el nuevo y moderno Bar que reemplazo a aquel de madera; la palapa del patio.

Si las estructuras, antigua y las “modernas” de la CasaMédico hablaran, ¡Cuantos relatos llenos de anécdotas nos contarían o nos recordaran! a los que muchas veces acudimos a ella.

Después de las sesiones académicas y de negocios referentes a la administración del Colegio y por ende de la misma casa, algunos nos dirigíamos al Bar a la convivencia mensual, que para algunos era parte de la cotidianidad, un paréntesis de nuestra práctica médica. Allí conocí algunos de los acreditados médicos de la época cuando retorné a mi tierra, primero como médico general y después como pediatra; escuchar sus amenas charlas que resumían en ocasiones el quehacer diario de la profesión y comentar sus casos, de sus pacientes y el atinado consejo de uno más doctos en tal cual o enfermedad. Hablar de política o literatura, pasando del canto o a la declamación de poesías en algunos casos, o grupitos de charla amena, cuentos y charras: Con el Dr. Daniel Durón, Fidias, el caballeroso Dr. Roberto Watanabe, etc. Aquellas jugadas de Pokar hasta el amanecer de algunos “tahúres en la materia”, como Jorge Herrera Tena, Antonio Bojórquez, Javier Ochoa Flores, a veces Vicente Rentería y Fidias López Cámara, un servidor
y otros espontáneos. Escuchar la charla amena de Sánchez Márquez, Don Arturo Ramos (padre), escuchar cantar New York, New York o MyWay al Dr. Manjarrez Bernal, a Eduardo “Flaco” Escalante, a Rascón (anestesiólogo de muchas anécdotas, que actualmente vive en Ensenada), Rafael Durazo, “El Chayo” Salazar, pulsar la guitarra al Tulín Ramos o Carlos Yeomans, cantando canciones de Chava Flores. Pero en los primeros socios o asiduos, están en el recuerdo el cuarteto musical, los primeros “Los Galenos” formado por los médicos: José Díaz Santacruz, Vinicio Navarro Pamplona, Gustavo Ayala, Efrén Rojas Juánco y en ocasiones intervenía Carlos López Arias –El General-, Eustolio del Río, cantando “es un motivo” o declamando aquella poesía de doble sentido: “con que te lo lavas mariana”, pero al final de la misma la pregunta era ¡con qué se lavaba el cabello”.El “Chino” Terminal, bailando “el coyote” con banda. También la participación de las damas fue importante, las entonadas voces de Normita Figueroa de Durón y de Teresita de Gamboa, posteriormente Linda de Gómez. Hablando de las damas; el Colegio de Médicos y Cirujanos de Obregón, fue el primero en el Estado de tener como presidente del Colegio a una Mujer: La Dra. Josefina Ramírez.

No faltaron las apuestas entre los contertulios, como las que hacía el Dr. Terminel “El Chino”,para ver quien levantaba una pesada silla de madera – de las del barecito aquel- asida la pata de la misma con una sola mano y el participante hincado, varios hicimos intento sin lograrlo, Solo el Dr. Terminel yél Dr. Melvin Cruz, lo lograban,pocas veces él Dr. Luciano Noriega “el Copechi”. No faltaban las diferencias en el pensar y en el actuar de dos o tres “contrincantes” que dirimían aquellas hablándose de “bulto” sin pasar a mayores (repetidas veces).

En la salita de sesiones –la antigua, la de madera- se planeaban la organización de los cursos y jornadas médicas. En aquel tiempo la recién formada y primera sección colegiada en el Estado, en Ciudad Obregón (1986) del Colegio de Pediatras de Estado de Sonora, realizaba sus primeras sesiones y la organización de sus primeros cursos, participando varios pediatras: Jorge Herrera Tena, Don Pedro Álvarez Hernández, Eduardo Aguilar Laríz, Carlos Gamboa Navarro, y algunos pediatras recién llegados, Jesús Nery Gómez- dos años antes- Fernando Lara Castro, Alejandro Gómez Alcalá, quien esto escribe, entre otros. Como aquel interesante Primer Curso Internacional de Infectología, participando en la organización junto con el de pediatras, el Colegio de Médicos Cirujanos de Ciudad Obregón, socios propietarios de la Casa del Médico. Reuniones también llenas de anécdotas.

Cuantos actos sociales y políticos se llevaron a cabo en sus áreas para eventos, que se rentaban a quienes lo solicitaran. Los socios del colegio gozaban de un descuento al utilizarlos en festejos familiares. Cuantos hicieron, hicimos alguna fiesta familiar, desde una modesta piñata o fiesta del bautizo de nuestros hijos; otros alguna bodas.  Los bailes o comidas posteriores a los cursos o congresos como el de la Federación Médica de Sonora, cuando a los médicos  colegiados de Ciudad Obregón les tocaba la organización del Congreso Estatal y la Casa del Médico y sus socios, eran los anfitriones de los médicos que asistían de todos los rincones del Estado y allende sus fronteras. Muchos recuerdos quedan.

Hubo algunos factores que motivaron su cierre. Uno relevante, en los últimos años, la poca asistencia de sus agremiados, el fallecimiento de sus fundadores que la mayoría tenían una cotidiana asiduidad; como los doctores: Fidias López Cámara, Eustolio del Río, Daniel Durón, Luciano Noriega, Roberto Watanabe, etc. Otros de los factores fue del distanciamiento de La Casa del Médico, motivado con el advenimiento cada vez mayor de especialistas a la ciudad que realizan sus sesiones fuera de la casa de médico, culpa nuestra, que nos dejamos “seducir” por la industria farmacéutica, al patrocinar las sesiones fuera de las instalaciones del Colegio de Médicos de Ciudad Obregón. La promoción hotelera y la proliferación de centros de eventos sociales ofertaron sus servicios y la comunidad poco a poco se desistió- creo- de hacer sus eventos en la Casa del Médico.

No sabemos qué se va a hacer con las instalaciones o si aún se podría restablecer el daño, que tal vez los mismos médicos colegiados le hicimos a esta tradicional y emblemática Casa del Médico. “Dejamos abandonado al paciente”. Cuantas historias guardadas en sus instalaciones, en el auditorio y en bar, en sus colegiados. Si es así: “Requiescat i pace”. Ojalá algún médico colegiado, rescate la real historia de La Casa del Médico.

¡Cosas veredes Sancho! “Inútil es llorar, por lo que no supimos conservar”

raulhcampag@hotmail.com

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