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PRD, ¿palero o salvaguarda de la izquierda?

Jorge Zepeda Patterson
Domingo 11 de Junio de 2017
 

Una cosa dejan en claro las elecciones del Edomex el domingo pasado. Bueno, varias, pero una que atañe centralmente a la llamada izquierda: será difícil que alcance el poder en 2018 si se presenta dividida. Nadie tiene dudas de que tras doce años de gobierno panistas y un repudiado regreso del PRI (los niveles de desaprobación del Gobierno de Peña Nieto son históricos), ha llegado el momento de la izquierda. Casi hasta por razones pendulares, los votantes parecerían dispuestos a optar por lo que aún no han probado, a la luz de los problemas que vive el país.

Las elecciones del domingo lo confirman. El PRI sólo obtuvo un tercio de los votos en su propio terruño, mientras que Morena y el PRD alcanzaron sumados casi el 50 por ciento. En otras condiciones estas fuerzas hubieran arrasado en el bastión mismo del Presidente Peña Nieto y de la fracción que gobierna el país. Y sin embargo, como todos sabemos, el partido en el poder se llevará la gubernatura gracias tanto a sus alianzas (PRI por sí mismo solo obtuvo 29.8 por ciento), como a la fragmentación de sus rivales (Morena 31.8 por ciento, PRD 17.8).

Frente a la imposibilidad de llegar a un acuerdo, López Obrador optó por denostar al PRD y a su candidato para mostrar al elector el papel de palero favorable al PRI que ese partido estaba haciendo. Obviamente la estrategia falló. Lejos de disuadir a los ciudadanos, muchos de ellos se enteraron de quién era Juan Zepeda, el candidato del amarillo, y este aprovechó muy bien sus quince minutos de celebridad. La moraleja es evidente, por más que Morena intente descalificar al PRD y convoque a un voto útil, en la medida en que este partido presente un candidato carismático, obtendrá un porcentaje importante.

Cabe entonces preguntarse cómo se conducirán las dos fuerzas, de aquí a fin de año, cuando los partidos deban tomar decisiones fundamentales sobre alianzas y candidatos.

Alejandra Barrales fue la primera en definir los criterios, urgida como estaba de legitimar el papel de su partido en el triunfo del PRI. En pocas palabras dijo que lo que había sucedido era el resultado de la incapacidad de la izquierda para concertar una alianza, pero que tendrían que redoblar esfuerzos para alcanzar un frente común de cara a los comicios presidenciales del próximo año. Una invitación abierta a sentarse con Morena. Sin embargo, inmediatamente soltó una amenaza velada: de no conseguirse podían ir solos o incluso en alianza con el PAN, al que calificó como un digno partido de oposición. En plata pura: “si Morena no negocia, el próximo año volvemos a hacer el numerito”.

El problema es que “el numerito” (la expresión es mía, no de ella) equivale en la práctica a convertirse en aliado del PRI sin necesidad de decirlo. Eso significa que para el PRD ha llegado el momento de las decisiones existenciales. Los dirigentes pueden hacerse multimillonarios jugando a convertirse en el nuevo PVME, vendiendo caro su amor al PRI.

Pero también pueden optar por enfundarse en el papel de un partido socialdemócrata moderno, cuya agenda no necesariamente coincide con la de López Obrador y su Morena, pero enmarcado dentro de la izquierda. En el mejor de los casos, si Morena también ha aprendido la lección, podrían ambas fuerzas negociar el apoyo al candidato mejor colocado (que obviamente sería López Obrador dadas las tendencias), a cambio de que este incorpore banderas de la agenda socialdemócrata y posiciones puntuales en el futuro gabinete. Es decir, lo que hacen en otros países las fuerzas políticas que resultan afines, por encima de sus matices y diferencias.

En el peor de lo casos, si no se llega a ningún acuerdo, el PRD tendrá que decidir si opta por hacer ganar al PRI o a Morena. En su conferencia de prensa, Barrales dijo que con tal de sacar al PRI del poder su partido está dispuesto a ir en alianza con el PAN.

Y uno no puedo dejar de pensar que si querían sacar al PRI del poder en el Edomex no tenían que ir tan lejos, habría bastado con apoyar a Delfina Gómez, candidata de Morena. Con lo cual queda la sensación que mas que un asunto de convicciones se trata de uno de conveniencias y cotizaciones. El mismo dilema volverá a presentarse dentro de unos meses, aunque esta vez en la madre de todas las batallas.

@jorgezepedap

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