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En las cuatro últimas décadas, solamente un presidente de la república ha sido capaz de conjuntar en una sola ciudad, a los tres poderes de la república en un solo acto, además de los dirigentes de los entonces pilares del ex imbatible partido revolucionario institucional, el PRI; el líder de la CNOP, la CNC y la CTM, representada en aquellos tiempos por el Diablo de las Fuentes Rodríguez, Celestino Salcedo Monteón y Fidel Velázquez, respectivamente.
Lástima que al aparatoso movimiento no se justificó en lo más mínimo. Fue uno más de los excesos de que suelen echar mano algunos jefes del poder ejecutivo cuando en un vano intento de demostrar su omnipresencia.
Para algunos, --- y a mí no me cabe la menor duda de que así fue – fue el escenario que, desde los Pinos se mandó construir Luis Echeverría para decretar la desaparición de poderes en Sonora, aquel oscuro octubre de 1975, tras la muerte, a mansalva de siete campesinos en las inmediaciones de San Ignacio Río Muerto.
Ni uno solo por culpa del entonces gobernador, Carlos Armando Biébrich. Al igual que el citado escenario, la masacre campesina se concibió y se escribió también en los escritorios de la casona fundada por Lázaro Cárdenas y que desde entonces ha servido como sede del poder ejecutivo federal.
Pero bueno, eso ya es historia y será esta quien pondrá a cada quien en su lugar. Lo anterior viene a cuento porque se me ocurre que solo haciendo un acto similar en el que confluyan los tres poderes de gobierno con todo y sus titulares, además de los jefe de la marina, la Fuerza Aérea y el Ejército, así como todos los organismos que tengan que ver con la inteligencia (si es que todavía quedara algo de esta entre las dependencias ) y la seguridad pública como la PGR y la Secretaría de Seguridad Pública Federal, sólo así, te decía, para poder parar, en seco, la tragedia y el infierno que se vive en estos momento en la tierra caliente de Guerrero en donde, de acuerdo a las últimas informaciones que llegan, la Procuraduría Estatal y los servicios médicos forenses ya han sido rebasados en su capacidad para darle entrada a tanto cuerpo destrozado por las balas.
Por más increíble e insólito que parezca pero, en Guerrero, sobre todo en poblaciones como Tixtla, Zumpango y Chilpancingo, a partir de hace algunos días, ha quedado prohibido morirse.
¿Las razones? Ya no cabe un cadáver más en las dos cámaras frigoríficas que se tienen con capacidad de cien cuerpos, cada una.
A tal grado así están las cosas que las morgues de estas citadas poblaciones se asemejan mucho a la mayoría de las salas hospitalarias del sector salud en donde, a falta de camas, los enfermos son colocados en el piso.
Así lo muestran las fotografías que circulan en las redes sociales y los portales digitales del estado por si alguien que lo dude.
Independientemente de si se lleva a cabo o no una acción de estas, algo tendrán que hacer los asesores de Peña Nieto antes de que sea demasiado tarde y el ejemplo de Tixtla, Guerrero, en donde “ la Nueva Familia de los jefes” acaba de imponer, desde hace algunos días el toque de queda para que nadie ande en las calles después de las once de la noche, cunda sobre todo el territorio nacional…
FIERRITOS EN LA LUMBRE…
Y para los que gustan de la historia, esta tarde, en punto de las 19 horas se estará presentando en la hermana república de Navojoa el libro Navojoa, cronología y testimonios, una interesante narrativa a cargo del cronista de la ciudad, Manuel Hernández Salomón que datan desde los inicios de la tierra de los “papachis” y los papalotes, 1533, hasta nuestros días.
La cita es hoy a partir de las siete de la tarde, en las instalaciones de Ucamayo.
El libro, vale decirlo, se edita bajo los auspicios de la Fundación Camou, organismo impulsor de los valores literarios y culturales de Sonora y México.
Sugerencias y comentarios; premiereditores@hotmail.com
