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Peña Nieto en el caos y Beltrones al galope

Témoris Grecko
Viernes 24 de Junio de 2016
 

El desastre priísta del 5 de junio ha terminado por vencer la compuerta del hipódromo de la carrera presidencial. En el propio PRI gobernante, a Peña Nieto se le sueltan los caballos, y el primero en la indisciplina es el mismo que estaba a cargo de controlarlos, el ahora expresidente del partido Manlio Fabio Beltrones. Algunos observadores lo marcaron como políticamente muerto: a un vivo colmilludo al que dejaron de ver porque se lanzó al galope.

El gobierno federal está tocado, ése sí, y los aspirantes lo huelen: con cada error y escándalo, Peña Nieto pierde aceleradamente las riendas para controlar la contienda. La semana pasada, señalé en este espacio que en Los Pinos no pueden dejar de ver que el tono de las campañas estatales recién terminadas dominará también las de 2018: “Los meteremos a la cárcel”. Ésa es la propuesta clave que esgrimieron los candidatos ganadores y que angustia a gobernadores salientes como César y Javier Duarte. Y que apanica también a la cúpula presidencial, porque empezando por Andrés Manuel López Obrador, que se alista para tomar el Zócalo este fin de semana, todos prometerán sus cabezas como gancho para el elector. Más cuando a la larga lista de delitos, crímenes y manipulaciones que ya tenían, acaban de añadir las muertes de 9 personas en la represión en Oaxaca: ¿cuánto más quieren quedar a deber?

También escribí que “el aspirante tricolor tendrá más incentivos que nunca para distanciarse de sus patrones”. El texto se publicó el 16 de junio y se confirmó con la jugada del propio Beltrones, el 20 de junio, ya que no renunció a presidir el PRI por vergüenza, sino por estrategia: tiene que alejarse de la coalición de los grupos Atlacomulco e Hidalgo para que no lo arrastren en su caída. Al exgobernador de Sonora no le faltan mañas pero sí ideas: como si ya se hubieran disipado las sospechas de que tuvo algo que ver en el asesinato de Luis Donaldo Colosio, se refugió en una cita de él: “lo que los gobiernos hacen, los partidos lo resienten”. Colosio tampoco era ni tenía ideólogos y lo suyo era parafrasear discursos históricos y recitar obviedades como ésa: es el sentido mismo de la democracia de partidos que los partidos se hagan responsables por los errores de su gestión de gobierno. O sea, Colosio descubrió el agua caliente y 22 años después, Beltrones lo remeda, metiendo el dedo a la bañera y contándonos lo que se siente, como citando a Platón. Pero el sentido de su argumento es claro: él no asume la culpa, todo es responsabilidad de los malos gobernadores priístas, en particular de los jóvenes maravilla que, como dicen en el PRI, “salieron malitos”.

De pronto, Beltrones se relanza como mini-corriente crítica del PRI. La apuesta es liberarse a tiempo del desplome de la administración peñanietista y ganar calidad moral para hacer campaña atacándola, aunque sea del mismo partido y aunque durante años haya sido parte de ella. Confirma, en todo caso, que Peña Nieto y los suyos se hacen electoralmente cada vez más tóxicos y que si los propios precandidatos priístas se aprestan a hacerlos polvo, los de la oposición no podrán prometer menos que la justicia que hasta ahora se ha negado.

 

Pescadores en río revuelto

Mientras, el país se hunde en el caos. El galope de Beltrones es síntoma del descontrol de Peña Nieto, cuya estrategia típica ha sido la de huir hacia delante: ante cada tropiezo, no reconocer errores ni dar marcha atrás para enmendarlos, seguir a pesar de todo, como si ser gobierno ahora los pudiera blindar para siempre.

Esta semana, eso se acabó: se sienta a dialogar con la CNTE –a la que hasta hace días presentaba como la encarnación de los males del país– y a escuchar a la COPARMEX: la habilidad de Peña Nieto y su equipo los condujo a tener que ceder al mismo tiempo ante la izquierda radical y la derecha extrema.

No se puede adivinar qué tanto les durará el sentido común. Ya los hemos visto flexibilizarse sólo para tomar aire y endurecerse de nuevo. Y de cualquier forma, las cosas siguen agravándose, con nuevos grupos sociales protestando, los problemas irresueltos –gravísimos- creciendo y los aspirantes presidenciales corriendo con anticipación a las campañas.

Es río revuelto. Y en río revuelto, no se sabe nunca quiénes son los pescadores que se llevan la ganancia. El 5 de junio, sin propuestas ni buenos candidatos –salvo Javier Corral en Chihuahua-, fue el PAN, que además no pudo ocultar su sorpresa por la acumulación de victorias. Se benefició de la caída del PRI, de la sumisión del PRD y de la incipiencia de Morena.

Tomado de: aristeguinoticias.com

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